El 26 de noviembre de 2016, el Partido Renovación Costarricense (PRC) vivió uno de los episodios más tensos y decisivos de su historia. Durante una histórica Asamblea Nacional, la agrupación política tomó la polémica decisión de desconocer a dos de sus propios diputados: Abelino Esquivel y Gonzalo Ramírez, junto con el secretario general del partido, Jimmy Soto Solano. Este evento marcó un punto de no retorno en la fractura interna del partido y fue un presagio de su eventual disolución.
El contexto de la crisis
El PRC, fundado en 1995 bajo principios cristianos evangélicos, se había consolidado como una fuerza conservadora en el ámbito político costarricense. Sin embargo, el liderazgo del pastor Justo Orozco, figura central del partido durante décadas, comenzó a ser cuestionado por sectores internos.
Esta disidencia derivó en una confrontación abierta entre dos facciones: la liderada por Orozco, defensor de una visión más rígida y tradicional, y la tendencia reformista encabezada por Esquivel y Ramírez, quienes buscaban un enfoque más pragmático.
Las tensiones aumentaron cuando los diputados comenzaron a distanciarse de la línea oficial del partido, lo que provocó acusaciones de deslealtad y traición. Orozco denunció públicamente que el PRC estaba «dejando de ser cristiano» y que sus valores fundacionales se estaban diluyendo.
La Asamblea y el intento de expulsión
La Asamblea Nacional del PRC celebrada el 26 de noviembre de 2016 fue un evento cargado de dramatismo. Con un ambiente polarizado, se presentó una moción para expulsar a los diputados Esquivel y Ramírez, así como al secretario general Jimmy Soto. Los motivos alegados incluían «diferendos irreconciliables» con la dirección del partido y acciones que, según los orozquistas, iban en contra de los principios cristianos que el PRC defendía.
Justo Orozco, en declaraciones posteriores, calificó esta expulsión como necesaria para «salvar el alma del partido». Sin embargo, la medida no estuvo exenta de controversia, ya que los diputados expulsados contaban con apoyo dentro de algunas bases del partido. La Asamblea, que debería haber sido un espacio de reconciliación, terminó por profundizar las divisiones.
La resolución del TSE y el desenlace
El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), órgano encargado de supervisar la legalidad de las decisiones de los partidos políticos, desestimó la expulsión de los diputados por irregularidades en el proceso. Esto invalidó la decisión de la Asamblea y permitió que Esquivel y Ramírez continuaran representando al PRC en la Asamblea Legislativa hasta el final de su período.
Sin embargo, este fallo no logró sanar las heridas internas. La facción disidente tomó el control de las estructuras del partido, lo que llevó al retiro definitivo de Justo Orozco de la política. En palabras del propio Orozco, el PRC «había dejado de ser el partido cristiano que soñamos».
Impacto en el futuro del PRC
La Asamblea de noviembre de 2016 fue un punto de inflexión que aceleró la descomposición del PRC. La pérdida de liderazgo, las divisiones internas y el debilitamiento de su identidad como partido cristiano contribuyeron al declive electoral en los años siguientes.
Para las elecciones de 2018, el PRC no logró representación legislativa y quedó relegado al margen de la política costarricense.
Finalmente, en 2022, el TSE declaró al partido inactivo, poniendo fin a casi tres décadas de existencia. La Asamblea de 2016, que intentó ser un esfuerzo por rescatar al PRC, terminó por convertirse en el símbolo de su fragmentación y declive.
Reflexiones finales
El caso de la Asamblea de noviembre de 2016 es una lección sobre los peligros de las divisiones internas en organizaciones políticas pequeñas. Lo que comenzó como un esfuerzo por reforzar los principios fundacionales del PRC terminó siendo el catalizador de su desaparición.
Este episodio no solo marcó el inicio del fin para el partido, sino que también refleja los retos de combinar religión y política en un contexto democrático.
