En el panorama político costarricense, pocos nombres evocan tanta controversia como el de Justo Orozco Álvarez. Su historia, plagada de giros inesperados y escándalos, más parece el guion de una película de suspenso que la vida de un líder político y religioso.
Entre denuncias de acoso sexual, manejo irregular de recursos y prácticas profesionales cuestionables, la figura de Orozco ha dejado una huella imborrable en la política y la sociedad del país.
De denuncias de acoso a la retirada de cargos
En junio de 2015, Justo Orozco, entonces líder del partido Renovación Costarricense, fue señalado públicamente por dos mujeres que lo acusaron de acoso sexual. Una de ellas afirmó que Orozco intentó llevarla a un motel sin su consentimiento, mientras que la otra sumó denuncias de comportamiento inapropiado.
Sin embargo, en febrero de 2016, ambos denunciantes decidieron retirar los cargos, dejando el caso cerrado en los tribunales.
«Desde el punto de vista legal, el asunto termina aquí», declaró Hugo Navas, abogado de Orozco, quien defendió a su cliente con el argumento de que las acusaciones carecían de fundamento.
No obstante, el escándalo afectó irreparablemente la imagen del exdiputado, quien continuó enfrentando el juicio público de la opinión costarricense.
Irregularidades financieras y vínculos cuestionables
Los problemas legales de Orozco no se limitarán a denuncias personales.
En 2019, el político reveló detalles sobre la financiación de su campaña presidencial, admitiendo que recibió dinero de Otto Guevara, líder del Movimiento Libertario, a través de un intermediario.
Según Orozco, se trataba de al menos 10 millones de colones que fueron gestionados por su equipo, aunque él negó haber visto las bolsas de dinero personalmente.
«Yo confiaba en mi equipo, pero no participé directamente en estas decisiones», argumentó Orozco, quien al mismo tiempo intentaba desvincularse de cualquier implicación directa en las gestiones financieras.
A pesar de sus declaraciones, el escándalo alimentó las críticas sobre el manejo ético de los recursos en su partido.
La inhabilitación como notario y el cierre de su universidad
Otro capítulo oscuro en la trayectoria de Orozco ocurrió en 2016, cuando el Juzgado Notarial lo inhabilitó para ejercer como notario público durante ocho años y cinco meses. Si le acusó de firmar escrituras de manera irregular mientras era diputado, lo que violaba las normas éticas de su profesión.
Además, en 2018, la Universidad Cristiana del Sur, fundada por Orozco en 1998, fue clausurada por el Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada (Conesup). Las razones incluyen irregularidades en la matrícula de estudiantes sin título de bachillerato, contratación de profesores sin los requisitos necesarios y deficiencias en la infraestructura.
Una figura polarizadora
Justo Orozco representa un ejemplo de cómo el poder y la controversia pueden entrelazarse en la política costarricense.
Su doble rol como líder político y religioso lo posicionó como un defensor de valores conservadores, pero sus escándalos minaron su credibilidad y lo dejaron al margen de la vida pública.
Aunque los casos judiciales se han cerrado y las acusaciones parecen haber quedado en el pasado, el legado de Orozco permanece como un recordatorio de la complejidad y fragilidad del poder político en Costa Rica.
Su historia, más allá de sus actos individuales, invita a reflexionar sobre la necesidad de transparencia y ética en el servicio público.