La corrupción parece ser la tarjeta de presentación del sanguinario régimen sionista israelí, contexto en el cual su jefe, el belicista primer ministro Benjamin “Bibi” Netanyahu, incurre en alta traición, al sabotear las escasas posibilidades de poner fin al genocidio que tiene lugar, hace más de un año, en la palestina Franja de Gaza -crimen de lesa humanidad del cual el jefe de gobierno es principal responsable-.
Netanyahu impide que las negociaciones de paz para Gaza superen el estancamiento en el que están -desde el inicio-, blindándose, así, contra varios procesos penales abiertos en su contra, en el sistema judicial israelí, por actos de corrupción.
La línea de tiempo desde 2019 hasta ahora -noviembre de 2024-, presenta la tipificación de varios cargos en tres casos de corrupción, situación agudizada por la recientemente revelada una conspiración -de momento, exitosa- para sabotear los complejos esfuerzos con miras a lograr el fin de la guerra de exterminio que el régimen israelí mantiene desde la noche el 7 de octubre de 2023.
Esto último, como supuesto ejercicio a la defensa tras la brutal incursión en territorio de Israel, desde la limítrofe Gaza, por parte de combatientes de una organización terrorista palestina, la mañana de ese día.
Los actores en el terreno, son el movimiento políticomilitar palestino Harakat al-Muqawama al-Islamiya -que, en transliteración del árabe, significa Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas)-, a través de sus Brigadas Izz ad-Din al-Qassam (Izz ad-Din al-Qassam Brigades, IQB)-, y las Fuerzas de Defensa de Israel (Israel Defense Forces, IDF).
La agresión perpetrada por Hamas -agrupación que ejerce, desde 2007, el gobierno en Gaza-, tuvo saldo de 1,200 víctimas fatales, además de 251 secuestrados
-judíos lo mismo israelíes que de otras nacionalidades, tanto mujeres como hombres-, aproximadamente unos 100 de los cuales han sido, en distintos momentos, ejecutados por sus captores.
La sanguinaria respuesta que las IDF llevan a cabo, desde entonces, ha cobrado más de 42 mil vidas -la mayoría niños y mujeres-, y causado, además, el recurrente desplazamiento de casi dos millones -virtualmente, la totalidad de la población-.
También ha generado, a nivel nacional, la flagrantemente intencional destrucción masiva de infraestructura clave -principalmente, hospitales, escuelas usadas como albergues para desplazados civiles, instalaciones de organizaciones humanitarias-, mediante bombardeos aéreos.
Los bombardeos han destruido, asimismo, convoyes internacionales transportando ayuda humanitaria de emergencia -visible e inequívocamente identificados como tales-.
A todo ello, se suma la persistente ofensiva del régimen de Netanyahu contra la Agencia de Ayuda y Obras de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Medio (United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East, Unrwa).
Además de atacar convoyes humanitarios de la Unrwa, el régimen ha acusado, a la entidad especializada, de colaborar con Hamas.
Y, en la más reciente agresión -en este caso, no militar-, el Knesset -unicameral parlamento israelí- aprobó, el 28 de octubre, por masiva mayoría entre sus 120 integrantes, dos proyectos de leyes que, de facto, anulan la capacidad de la agencia para realizar el trabajo que, desde su creación en 1949, tiene el mandato de cumplir en Israel y en Palestina.
Se trata de un proyecto que prohíbe, a la Unrwa, operar en territorio israelí, mientras que el otro neutraliza , de hecho, las actividades de la agencia en las palestinas Franja de Gaza y Cisjordania, al prohibir que funcionarios gubernamentales israelíes tengan cualquier contacto con personal de la organización humanitaria.
En el segundo caso, la Unrwa no podrá trabajar en Palestina -tato en Gaza como en Cisjordania-, ya que -a causa de la ilegal ocupación militar israelí- los permisos que debe gestionar para el desarrollo de su labor son emitidos -o negados- por los funcionarios de Israel con ilegítima autoridad en esas zonas.
Los proyectos convertidos en leyes -luego de los obligatorios tres debates legislativos-, fueron aprobados, en votaciones de, respectivamente 92-10 y 87-9, de acuerdo con versiones periodísticas que, además, han precisado que la segunda norma entrará en vigencia al final de enero de 2025.
La espuria razón esgrimida por los criminales promotores de ambas iniciativas, consiste en el gastado argumento de que organizaciones terroristas palestinas infiltraron el personal de la Unrwa.
De modo que el régimen sionista ha convertido, a la Unrwa, al mismo tiempo, en objetivo y en arma de guerra.
La flagrante intención oculta tras el formalismo parlamentario, es sencilla: acelerar el exterminio o la expulsión de la población palestina, para anexar a Gaza -y, después, apuntar a Cisjordania-.
Separadas por el territorio israelí, Gaza y Cisjordania constituyen, junto con el este de la ciudad de Jerusalén, el Estado de Palestina -al que el sionismo imperialista se niega a dar reconocimiento-.
El brutal ataque del 7 de octubre, contra Israel -acción que tiene las características de una operación de bandera falsa (montaje)- dio al régimen judío la excusa para agredir bestialmente a los palestinos en Gaza.
Pero también proporcionó, a Netanyahu, el criminal escudo -al situación de emergencia bélica- contra los procesos penales que enfrenta desde 2019 -cuatro años antes de iniciada la guerra genocida en gaza-.
A ello se suma el recientemente estallado escándalo del robo -y filtración a por lo menos dos medios de comunicación- de sensibles documentos de inteligencia militar referidos a la guerra en la franja.
El entonces fiscal general de Israel (2016-2022), Avichai Mandelblit, formalizó, en 2019, los cargos contra Netanyahu.
Desde ese momento, el acusado sostiene que no ha cometido ningún delito, y que los casos -sin perjuicio de la exhaustiva documentación sobre la cual fueron construidos-, no han sido más que un fallido intento, inicialmente, por impedir su nueva elección como primer ministro, y, a partir de su regreso -en 2022- a la jefatura de gobierno, por hacer que renuncie.
Netanyahu se desempeñó, como primer ministro, en los períodos 1996-1999 y 2009-2021, para un subtotal de doce años, a los que se agregan los dos que ha cumplido en su tercer mandato, con lo cual se ha convertido en el político quien se ha desempeñado más tiempo ese cargo.
La extensa y exhaustivamente documentada acusación que Mandelblit produjo, contenida en aproximadamente 80 páginas, fue estructurada en tres casos: todos, por los delitos de fraude y abuso de la confianza, y uno de ellos, además, por soborno.
Los procesos penales contra Netanyahu fueron identificados, respectivamente, como Caso 1000, Caso 2000, y Caso 4000, de acuerdo con el contenido del texto elaborado por el ex fiscal general.
El primero, se refiere a acusaciones de que Netanyahu -lo mismo que su esposa, Sara Netanyahu- recibió regalos -incluyendo dinero, joyas- y otros beneficios, a cambio de ejecutar favores.
El segundo, se apoya en acusaciones de que Netanyahu acordó, con el empresario Arnon Mozez, director del diario israelí Yedioth Ahronoth, debilitar a un medio de comunicación que le hacía competencia, a cambio de cobertura periodística, del primero, favorable al primer ministro.
El tercero, se centra en acusaciones que también incluyen soborno -equivalente a millones de dólares- en beneficio de un empresario de telecomunicaciones, también a cambio de cobertura periodística favorable a Netanyahu, en este caso, por la plataforma de noticias Walla.
Según los cálculos incluidos en el documento firmado por Mandelblit, los regalos recibidos por el matrimonio Netanyahu tienen valor global de 707,147 shekels (unos 192,102 dólares).
Al dar a conocer, el 16 de mayo de 2019, la versión en inglés de los cargos formalizados contra Netanyahu -redactados, en la versión original, en hebreo-, el diario israelí Times of Israel (ToI) -que se publica en inglés- informó que, probablemente, haya más delitos.
“Nuevas sospechas han surgido también respecto a posible conflicto de interés relacionado con negocios no declarados posiblemente vinculados con un astillero alemán al que Israel compra submarinos”, según la versión periodística.
“Las adquisiciones fueron investigadas en el llamado Caso 3000, y varias personas allegadas a Netanyahu están, al parecer, incriminadas, pero el primer ministro no es sospechoso” en este caso, indicó el medio de comunicación.
Según Netanyahu, el ex fiscal inició una cacería de brujas, impulsado por la oposición política, los medios de comunicación, la fuerza policial, y la fiscalía general.
Y, ahora, estalló “BibiLeaks”, el escándalo de corrupción que incluye hurto y filtración, a medios de comunicación, de documentación confidencial de inteligencia militar referida a la guerra de exterminio en Gaza, hechos de los cuales el turbio primer ministro también procura distanciarse.
La creativa etiqueta, difundida por algunas plataformas de noticias, es la combinación del apodo de Netanyahu –“Bibi”- y la palabra que en inglés significa “filtraciones” –“leaks”-, lo que resulta en algo así como “BibiFiltraciones”.
Netanyahu ha, sistemáticamente, saboteado toda posibilidad de acuerdo, con Hamas, para poner fin a la brutalidad en Gaza, logrando, así, que no avance el proceso negociador de paz impulsado por Egipto, Estados Unidos, y Qatar.
Para tratar de encubrir su necesidad de mantener la guerra, el jefe de gobierno aduce que una condición inamovible, por parte de Israel, es la liberación de los rehenes aún en poder de Hamas.
Pero, las veces que la organización terrorista ha dado indicios de voluntad para llegar a un acuerdo, Netanyahu plantea condiciones inaceptables -por ejemplo, la remoción, de Hamas, del gobierno de Gaza, o la permanencia de tropas israelíes territorio palestino-, sabiendo que la agrupación palestina las rechazará -lo que, invariablemente, ha ocurrido, obstruyendo el diálogo-.
La oposición popular a Netanyahu -que era masiva, antes de la invasión a gaza-, venía evidenciándose, a nivel nacional, en multitudinarias manifestaciones de repudio por los casos de corrupción.
Ahora, en el marco de la guerra, la protesta se amplía contra la falta de voluntad del primer ministro en cuanto a lograr un acuerdo que ponga fin a la confrontación armada en la franja, y libere a los rehenes -dos objetivos ansiosamente exigidos por los israelíes-.
Pero, como ocurre con los autócratas -caracterizados, todos, por la mediocridad-, Netanyahu cree que la mentira puede más que la verdad, y, en este caso, se esfuerza por culpar a Hamas por el estancamiento de las conversaciones de paz.
De modo que un integrante de su equipo de colaboradores giibernamentales, y por los menos cuatro militares del sector de inteligencia, robaron documentación clasificada, sobre la guerra, la manipularon para dar fuerza a la narrativa oficial, y la entregaron a por lo menos dos medios de comunicación -uno en el Reino Unido y otro en Alemania-.
Al igual que la mayoría de los israelíes, un sector del gobierno -en particular, integrantes del gabinete de guerra, lo mismo que militares retirados-, ha expresado desacuerdo con el manejo que Netanyahu está haciendo de la guerra en Gaza -y, más recientemente, también en la conducción de la extensión del conflicto armado, a Líbano-.
En ese sentido, el general retirado Giora Eiland, un ex jefe de Operaciones de las IDF, y destacado exponente en esa trinchera de opinión, planteó, en extensas declaraciones reproducidas el 17 de noviembre por Times of Israel (ToI) -diario publicado en inglés-: “Netanyahu está causando terrible destrucción en todos los campos”.
Y, para que no exista duda respecto a su punto de vista, Eiland -integrante del no gubernamental Foro de Comandantes y Soldados en la Reserva (Forum of Commanders and Soldiers in the Reserves), que se describe como un organismo profesional integrado por más de 1,500 militares- agregó: “espero que haya una elección, el año que viene, y un gobierno normal pueda (…) crear condiciones que nos den calma respecto a Gaza y Líbano”.
Cual libreto de telenovela de intriga, dos notas informativas fueron respectivamente difundidas, a mediados de 2024, con un día de diferencia entre sí, por Jewish Chronicle
-diario británico especializado en temas de Oriente Medio- y Bild -periódico alemán-, referidas a supuestas acciones no militares por parte de Hamas.
Ambas versiones periodísticas apoyadas sobre los materiales de inteligencia filtrados -y debidamente manipulados- por los conspiradores.
Las dos publicaciones se materializaron después de que Netanyahu anunció que, aún después del eventual fin de la guerra, Israel mantendría presencia militar en el sur de Gaza, específicamente, en la zona contigua a la frontera de 14 kilómetros, con Egipto.
La afirmación fue rechazada por la organización terrorista palestina, lo que garantizó la continuación del estancamiento.
En tal contexto, el Chronicle aseguró que las autoridades militares israelíes en Gaza tenían conocimiento de que Yahya Sinwar -entonces alto dirigente de Hamas-, proyectaba fugarse de la franja, hacia el limítrofe Egipto, llevando consigo a un grupo de rehenes.
Sinwar fue asesinado, alrededor de un mes después -el 17 de octubre-, en el marco de un puntual bombardeo israelí, contra la sureña ciudad de Rafah, fronteriza con Egipto.
Señalado como el principal organizador palestino del ataque de Hamas, el 7 de octubre de 2023, contra Israel-, Sinwar fue baleado en la cabeza, cuando estaba herido entre los escombros del ataque aéreo, según versiones periodísticas internacionales.
Por su parte, Bild indicó que, según documentación terrorista, en poder de autoridades de las IDF, el grupo palestino había decidido, como acción de guerra psicológica, demorar, al máximo, las negociaciones.
A raíz de la investigación iniciada por las IDF, a causa del contenido de ambas notas informativas, el Chronicle retiró su artículo, a diferencia de Bild -según el cual, fuentes militares israelíes le confirmaron la veracidad del dato-.
El escándalo estalló el 1 de noviembre, cuando un tribunal de justicia israelí anunció la detención de cinco personas, en el marco de una pesquisa originada en las dos publicaciones.
La indagación, implementada por autoridades policiales y de servicios de inteligencia tales como Shin Bet y Mossad, se centró en la sospecha de “violación de la seguridad nacional por la ilegal facilitación de información clasificada”, precisó el tribunal.
Shin Bet -sigla de Sherut ha-Bitaẖon, en hebreo: Servicio de Seguridad (Security Service)-, cuyo lema es “Magen we-lo Yerae” (“El Escudo Invisible”), y Mossad -sigla de ha-Mosád le-Modi’in u-le-Tafkidím Meyuhadím, en hebrero: Instituto para Inteligencia y Operaciones Especiales (Institute for Intelligence and Special Operations)-, son los principales actores en la comunidad de inteligencia/seguridad israelí.
El tribunal de justicia también indicó -en referencia específica a la liberación de los rehenes- que la pesquisa se apoyó en la evaluación de que esa filtración “dañó el logro de los propósitos de la guerra de Israel”.
De acuerdo con versiones periodísticas, el personaje visiblemente central del escándalo es Eliezer Feldstein, asesor en materia de medios de comunicación, y portavoz, de Netanyahu.
Feldstein fue contratado poco después de la acción terrorista perpetrada 7 de octubre de 2023, por Hamas, según las mismas fuentes, e igualmente precisaron que, al igual que el principal sospechoso, cuatro integrantes de una unidad de inteligencia militar -encargada, justamente, de evitar filtraciones de información- fueron detenidos.
Diferentes medios de comunicación han señalado la existencia de una red de corrupción con centro de operaciones en la oficina de Netanyahu.
En ese sentido, el semanario egipcio Al-Ahram -cuyo nombre, en árabe, significa “pirámides”- publicó, el 13 de noviembre, una nota informativa en la que citó al diario Times of Israel (ToI), en el sentido de que “los investigadores (de la filtración) creen que el robo de archivos clasificados, de las bases de datos del ejército, y su traslado a personas en la Oficina del Primer Ministro es ‘sistemático’”.
Al-Ahram agregó que “Shin Bet cree que una ‘infraestructura’ ha sido creada para acceder a materiales de inteligencia clasificados, y que ésta ha extraído y habría continuado extrayendo materiales clasificados que podrían poner en riesgo las operaciones de todas las ramas de la inteligencia israelí, incluyendo a la inteligencia militar, Shin Bet y Mossad”.
También indicó que el ToI “citó a investigadores en el sentido de que la publicación de (información de) inteligencia tan sensible, en medios de comunicación extranjeros, presenta una ‘continua amenaza´ para las vidas de los rehenes en Gaza y los soldados israelíes, y dificulta las perspectivas de negociar la liberación de los rehenes”.
Al-Ahram señaló, asimismo, que, “una fuente de nombre desconocido, involucrada en la investigación (de la filtración), citada por el Canal 12 TV de Israel, dijo que la nota publicada por Bild, en setiembre, había minado a la inteligencia israelí, inclusive al revelar fuentes confidenciales”.
El semanario también reprodujo declaraciones que le formuló el analista político Nidal Khadra, en el sentido de que “fuentes israelíes sugieren que las investigaciones avanzarán rápidamente, en los próximos días”.
Según la publicación, Khadra “agregó que altos funcionarios israelíes familiarizados con la investigación, describieron la oficina de Netanyahu como una ‘organización delictiva’”.
“Khadra cree que la situación está complicándose para Netanyahu, porque, a medida que los escándalos en torno a su oficina se multiplican, el fiscal general israelí, Gali Baharav-Miara, ha aprobado que se investigue a Netanyahu, en relación con su responsabilidad personal y las fallas de inteligencia que facilitaron los ataques del 7 de octubre del año pasado”, agregó Al-Ahram.
También precisó que “un portavoz de la oficina de Netanyahu negó denuncias de extorsión a un militar, para obtener y alterar documentos confidenciales”.
En ese sentido, el analista político Mohsen Abu Ramadan dijo, al semanario egipcio, que “el escándalo de extorsión que involucra a la oficina de Netanyahu, no será suficiente para removerlo del poder, dado que controla todos los hilos, y ha logrado superar varias crisis”.
“Tomando ventaja de la ausencia de presiones externas” -principalmente de parte de la saliente administración estadounidense-, “Netanyahu seguramente maniobrará para fortalecer su control sobre los militares israelíes y la comunidad de seguridad, y el (Poder) Judicial”, advirtió el experto.
“También tomará la oportunidad de destituir al fiscal general, quien recién autorizó investigarlo respecto al 7 de octubre”, planteó.
Además, “seguirá usando la excusa de una ‘guerra existencial’ en varios frentes, maniobrando ante la oposición, y eliminando obstáculos a su esfuerzo por monopolizar el poder, lo que había generalizado protestas masivas, en Israel, aún antes de la guerra genocida contra Gaza”, vaticinó.
Por su parte, igualmente en declaraciones a Al-Ahram, la analista política Tamara Haddad, puntualizó que la investigación de los tres casos penales, y la referida a la filtración de información de inteligencia, golpean la imagen del primer ministro.
“Lo que está implícito, aquí, no se trata tanto de filtraciones de seguridad como de escándalos que afectarán la reputación de Netanyahu, en primer lugar”, aseguró Haddad.
“Esto resulta claro a partir del hecho de que el fiscal general israelí abrió investigaciones respecto a él (Netanyahu) sobre la base de sospechas de que tuvo un papel en esas filtraciones”, precisó.
“Esto es más un tema penal que un tema de seguridad”, dijo la experta, quien señaló, a continuación, que “Netanyahu podría enfrentar la tipificación de delitos mayores, ya que las filtraciones fueron de sensible información de inteligencia que, al hacerse pública, puede potencialmente dañar la seguridad nacional, las operaciones militares, y la seguridad de las personas involucradas”.
Haddad explicó, además, que “el robo de documentos es un caso penal sumado a los otros”.
Ello “ofrece prueba creciente de que Netanyahu tiene pandilla de espías trabajando para él, en el sector militar, para procurar información que, él, luego manipula para sabotear los acuerdos de intercambio de prisiones (palestinos en cárceles israelíes, por rehenes), y para convencer a la opinión pública de que él no es el responsable del colapso de las negociaciones”, denunció.
La experta aseguró, a manera de reflexión/precisión, que los escándalos que involucran a Netanyahu, “dan la impresión de una sociedad de la cual la seguridad nacional, la seguridad ciudadana, y la confianza básica están completamente ausentes”.