Isaiah Thomas Watler
Ésta es la historia de Molly, una joven en sus treinta años, que ha estado batallando en contra de la adicción a las drogas por más de 14 años. Su madre Deb ha estado al pie de la lucha pero ya sus fuerzas se están desgastando y su determinación para luchar por su hija, después de tantas recaídas, está desvaneciéndose.
El relato comienza cuando, al ser altas horas de la noche, se escucha un golpeteo fuerte a la puerta de la casa de Deb. Deb se asoma y, como lo predecía, era Molly (su hija) solicitando el entrar a la casa. Deb le abre la puerta y mientras discute con ella se da cuenta de que está altamente intoxicada con heroína por lo que decide que se quede afuera.
Al amanecer, Deb, después de una noche dificultosa en la cual no descansaba pensando en su hija, toma la iniciativa de ayudar a Molly llevándola al centro médico para adictos para desintoxicarse. Cabe mencionar que Molly tiene varios días sin bañarse y está en su período menstrual.
Una vez en la clínica, el médico que atiende a Deb y a Molly reconoce que ella es un caso recurrente y de que las probabilidades de que recaiga son muy altas. A esto, el médico recomienda una nueva inyección experimental, considerada segura por el médico, que puede ayudar a reducir cuánticamente su deseo de consumo. Lo único que necesita son cuatro días de espera después de la desintoxicación para poder aplicarse.
Deb y Molly se montan al carro e inician un diálogo acerca de qué deben de hacer para que éstos cuatro días transcurran con éxito sin que ella (Molly) recaiga en el uso de la heroína. Finalmente, llegan a la casa y Molly ingresa por primera vez en posiblemente muchos meses.
El primer día pasó sin muchos sobresaltos. A Molly se le ve fumando en la cochera y pasando tiempo en la casa. El segundo día es un tanto especial: descubrimos que Molly tiene dos hijos y éstos la visitan. Los hijos de Molly juegan con ella y la pasan muy bien. Otro evento que ocurre en el segundo día de espera para tomar la inyección es que Deb y Molly van al supermercado y allí se topa con una ex profesora que la invita a dar su testimonio a unos jóvenes del colegio a lo que Molly accede.
Esa misma noche, Deb y Molly tienen una conversación muy profunda acerca de su infancia, se detallan momentos en que Deb estuvo ausente, el motivo del divorcio entre los padres de Molly e instantes en donde Molly necesitó de su madre y ella estaba en otro círculo.
Es el tercer día y Deb se dirige a verse con su hija mayor, la hermana de Molly, en un café. La idea era que Molly también asistiera pero ella cambió de opinión de último momento. Deb y su hija mayor se pusieron al tanto. Ese mismo día, Molly y Deb fueron al colegio para que Molly diera su testimonio. Molly habló de consecuencias de su consumo de heroína como que le faltaban los dientes, infracciones con su licencia de conducir y haber perdido la custodia de sus hijos.
Al salir de este encuentro, la madre de Molly se sintió muy orgullosa de su hija hasta que tuvieron un percance. Iban transitando por un barrio peligroso con casas abandonadas y Molly le solicitó a Deb que detuviera el vehículo porque quería visitar a una amiga que estaba en peligro. Molly le aseguró a su madre que sólo tardaría cinco minutos, sin embargo el tiempo se extendió, aparte de que un ex novio de Molly se acercó al carro de Deb, drogado, pidiendo dinero (se da cuenta de que es el ex novio porque él la reconoce). Deb tuvo que salir del vehículo e ir tras su hija la cual logró sacar de la casa en donde se había metido.
Cuando llegan a la casa, Deb le comenta a Molly que se topó con su exnovio y Molly confiesa que habían tenido un embarazo con él que terminó en adopción. Ellas tienen un argumento Molly se va donde sus hijos. Deb, por otra parte, conversa con su esposo quien le recomienda ir a un grupo de apoyo para madres que están pasando por situaciones similares con sus hijos; Deb asiste al grupo.
Llega el día cuatro, finalmente, y Molly aparece en la casa a tiempo para la cita médica. Hay un problema: Molly le pide a su madre una muestra de su orina porque ella consumió heroína en estos tres días previos sin que Deb lo notara. Deb accede a que falsifiquen prueba pero terminan internando a Molly nuevamente porque la inyección que le aplican interfiere con las droga que ella lleva en el torrente sanguíneo.
Cuatro meses después está estable, solamente debe inyectarse una vez al mes y su apariencia física ha mejorado notablemente.
