Unidos en Pascua: Católicos y Ortodoxos celebran la Resurrección de Cristo el mismo día tras siglos de diferencia

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Atenas, Grecia — Por primera vez en años, católicos y ortodoxos celebraron  ayer domingo la Pascua en la misma fecha. Tras más de cuatro siglos utilizando calendarios distintos, esta coincidencia ha sido calificada por muchos como un signo de esperanza en un mundo dividido y un llamado urgente a la unidad entre los cristianos.

Históricamente, la Iglesia Católica se rige por el calendario gregoriano —introducido en 1582 por el Papa Gregorio XIII—, mientras que la Iglesia Ortodoxa sigue el calendario juliano, mucho más antiguo. Esta diferencia, sumada a cálculos eclesiásticos propios para determinar el ciclo lunar y el equinoccio de primavera, ha provocado que la Pascua se celebre en fechas distintas, a veces con hasta cinco semanas de diferencia.

Un llamado desde lo alto

Días antes de ser hospitalizado por cinco semanas, el Papa Francisco aprovechó una oración ecuménica en la Basílica de San Pablo en Roma para reiterar un pedido que ha hecho desde hace años: unificar la fecha de la Pascua. En su intervención recordó el próximo aniversario 1.700 del Concilio de Nicea, considerado un momento fundacional de unidad doctrinal cristiana.

“Una vez más, renuevo mi llamado: que esta coincidencia sirva como señal, como un llamado a todos los cristianos para dar un paso decisivo hacia la unidad en torno a una fecha común de Pascua”, expresó Francisco ante la presencia de sacerdotes ortodoxos.

El líder católico no está solo. Su “hermano” espiritual, el Patriarca Ecuménico Bartolomé —máxima autoridad de la Iglesia Ortodoxa— ha calificado esta iniciativa como «un paso real hacia la reconciliación de antiguos conflictos». A pesar de no tener poder jerárquico sobre todas las iglesias ortodoxas, su influencia moral ha sido clave para abrir el diálogo.

¿Solo buena voluntad?

Sin embargo, no todo es júbilo. La historia pesa. La división entre oriente y occidente, marcada por cismas, diferencias dogmáticas y siglos de recelo hacia el papado, sigue presente. El conflicto entre la Iglesia Ortodoxa rusa y otras iglesias ortodoxas, agravado por la guerra en Ucrania, complica aún más el panorama.

El padre Anastasios, en la histórica iglesia de San Dimitrios Loumbardiaris en Atenas, expresó su deseo de unidad, pero con reservas:

“Podemos construir puentes, pero no distorsionar nuestra fe o las tradiciones de nuestros antepasados. La unidad ofrecida muchas veces por Roma no parecía sincera: venía con condiciones, más ligada al dominio que a la reconciliación genuina”.

Experiencias que iluminan el camino

No obstante, algunos países ofrecen ejemplos concretos de convivencia litúrgica. En Finlandia, la Iglesia Ortodoxa adaptó su calendario desde los años 20 para coincidir con la mayoría luterana. En Grecia, los católicos han celebrado la Pascua junto con la población ortodoxa desde 1970, sin cambiar oficialmente su calendario.

Joseph Roussos, católico de la isla griega de Syros, recuerda cuando las fechas de Pascua separaban a las comunidades. Hoy, celebra la armonía alcanzada:

“No era una buena situación. Pero cuando celebramos la Pascua juntos, hay verdadera armonía. Vivimos muy bien hoy y es realmente hermoso. Espero que siga así”.

¿Un cambio histórico en el horizonte?

El Consejo Mundial de Iglesias, con sede en Ginebra y compuesto por cuerpos ortodoxos y protestantes, ha propuesto una fórmula basada en la astronomía moderna, el horario de Jerusalén y la tradición eclesiástica común. Para muchos, esta podría ser una solución aceptable sin que ninguna iglesia renuncie a su identidad.

En tiempos de polarización y desconfianza, la celebración conjunta de esta Pascua puede parecer un pequeño gesto. Sin embargo, como recuerda el obispo luterano Heinrich Bedford-Strohm, “todas las otras preguntas —el calendario, el tiempo, la luna, las estrellas— son secundarias. Lo importante es la unidad”.

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