Temporada baja del turismo arranca en Costa Rica en medio de una preocupante caída de visitantes

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El sector empresarial teme despidos y cierres, mientras pide al Gobierno una estrategia clara para recuperar la competitividad del destino.

La temporada baja del turismo en Costa Rica, que se extiende de abril a noviembre, ha comenzado con una señal de alerta para el sector empresarial: una caída sostenida en la llegada de turistas internacionales. Aunque esta etapa es cíclica y esperada cada año, en esta ocasión se ve precedida por una temporada alta que no logró alcanzar los niveles esperados, encendiendo las alarmas de cámaras empresariales y actores clave del sector.

Según la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), el cierre de la temporada alta —que comprende de diciembre hasta Semana Santa— dejó números negativos. La directora ejecutiva de la Cámara, Shirley Calvo, explicó que aunque hubo repuntes esporádicos a inicios de año, estos no fueron suficientes para revertir una tendencia general a la baja.

«Las afectaciones serán más evidentes y podrían traducirse en pérdida de empleos y riesgo para la sostenibilidad de muchos negocios turísticos, especialmente en zonas rurales y costeras», advirtió Calvo, dejando entrever una crisis inminente en los territorios más dependientes del turismo.

Un país caro y con imagen deteriorada

A la ya compleja estacionalidad se suman factores externos e internos que están afectando la competitividad del destino costarricense. La apreciación del colón frente al dólar, el alto costo de vida y la percepción creciente de inseguridad han mermado el atractivo del país frente a destinos competidores como República Dominicana, Colombia o El Salvador.

«Ya no competimos adecuadamente», afirma Bary Roberts, vocero de la organización Turismo por Costa Rica. «El precio incide muchísimo y se ha sumado la advertencia de viaje para ciudadanos estadounidenses, lo cual agrava el problema», añadió.

Además, la incertidumbre económica mundial y el impacto del nuevo Gobierno de Donald Trump en el comportamiento del consumidor estadounidense —principal mercado emisor de turistas para Costa Rica— también han comenzado a hacer mella en las proyecciones locales.

Vacas flacas sin vacas gordas

La Semana Santa, que tradicionalmente representa un respiro económico para muchas empresas, tampoco alcanzó las metas esperadas. Según la Cámara Costarricense de Hoteles (CCH), la ocupación proyectada para este año fue de un 76%, una baja de seis puntos porcentuales respecto al 82% proyectado en 2023.

Esta caída golpea aún más al modelo turístico actual, altamente dependiente del turismo internacional, que representa un 85% de los ingresos del sector según datos de Proimagen Costa Rica. El presidente de esta asociación, Christian Doñas, asegura que incluso antes de entrar en la temporada baja, las empresas ya habían experimentado una disminución en sus ventas.

Llamado urgente a una estrategia de rescate

El llamado desde Canatur y otras agrupaciones es unánime: urge una nueva estrategia nacional que impulse la competitividad del turismo costarricense a nivel internacional. “El turismo nacional es fundamental, pero insistimos en que se debe trabajar para resolver los factores que están afectando la competitividad del destino”, concluyó Calvo.

Mientras tanto, la “gallinita de los huevos de oro” a la que alude el presidente Rodrigo Chaves, enfrenta un periodo incierto. En medio de una economía global cambiante y una oferta regional más agresiva, el turismo costarricense deberá reinventarse si quiere mantenerse como uno de los pilares del desarrollo económico del país.

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