«Otra vez el terror»: El dolor que revive Lori Alhadeff tras nuevo tiroteo en Florida State University

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El 14 de febrero de 2018, Lori Alhadeff vivió la pesadilla de cualquier madre: un mensaje de texto la alertaba de un tiroteo en la escuela de su hija. Horas más tarde, la noticia que cambió su vida para siempre: su hija Alyssa, de 14 años, estaba entre las 17 víctimas del ataque en la secundaria Marjory Stoneman Douglas, en Parkland, Florida.

Siete años después, el pasado jueves, otro mensaje, el mismo miedo. Esta vez el tiroteo fue en la Universidad Estatal de Florida (FSU), donde estudia Robbie, el hermano menor de Alyssa. La escena se repetía con una precisión espeluznante: el sonido de disparos, mensajes de alerta, estudiantes corriendo, madres desesperadas.

“Fue muy traumatizante para mí saber que mi hijo estaba en el campus”, confesó Lori, de 50 años, al recordar cómo su corazón se paralizó al ver la notificación en su teléfono. Esta vez, sin embargo, un minuto después, su hijo la llamó. Estaba a salvo. Había corrido medio kilómetro desde la cafetería Suwannee hasta su apartamento.

Pero para Lori y para muchos estudiantes, el alivio no borra el trauma. La experiencia de vivir un tiroteo escolar, y luego revivirlo, es una marca que no se borra fácilmente. El mismo campus, los mismos sonidos, las mismas emociones, las mismas preguntas sin respuesta.

Ilana Badiner, estudiante de último año en FSU, también conoce ese terror. En 2018, estaba en la escuela intermedia junto a Stoneman Douglas cuando el tiroteo sacudió su comunidad. Ahora, al escuchar disparos cerca del centro estudiantil de la universidad, se escondió con decenas de compañeros en un sótano. “Es como si esto se hubiera vuelto lo normal”, dijo frustrada.

La organización March for Our Lives, nacida del dolor de Parkland, reaccionó con indignación: “Hoy, algunos de esos mismos estudiantes estaban en FSU cuando sonaron los disparos. Nadie debería pasar por esto dos veces, mientras los líderes solo ofrecen palabras vacías”.

Josh Gallagher, estudiante de derecho en FSU y también sobreviviente de Parkland, expresó en redes sociales su angustia: “Nunca pensé que volvería a pasar cerca de mí. Algo tiene que cambiar”.

Para Robbie Alhadeff, el miedo se ha vuelto una sombra constante. Él también estaba en la escuela intermedia durante la masacre de 2018, escondido en un auditorio mientras su hermana moría al otro lado del campus. Esta semana, al ver a decenas de personas correr en diferentes direcciones, revivió el horror. “Fue como volver a vivirlo. Es muy aterrador… Podría pasar de nuevo en cualquier momento”.

El drama de la familia Alhadeff representa una dolorosa realidad estadounidense: en un país donde los tiroteos masivos ya no sorprenden, hay familias que cargan el peso de la repetición. El dolor de perder a una hija es indescriptible. El miedo de perder a un segundo hijo, devastador. Y el hecho de que ese temor sea real, inaceptable.

Lori ha transformado su duelo en activismo, luchando por leyes de seguridad escolar desde la muerte de Alyssa. Pero incluso para ella, la esperanza se tambalea cuando la historia se repite. Y mientras los sobrevivientes se esconden en sótanos, los líderes aún debaten.

La pregunta que flota en el aire es una que Lori, Robbie e Ilana comparten: ¿hasta cuándo?

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