» Fallito»
Marzo, 04 2022.
En este mes de febrero se celebra el día del amor y la amistad, quiero compartir para usted amable lector, un relato diferente cada semana, relacionado con el tema en diversos matices, espero le agrade y nos regale su comentario.
Estaban iniciando las inscripciones para preescolar, llegaban padres de familia con sus pequeños tomados de la mano, algunos con mucha seguridad, otros con temor y algunos con muchas dudas; en la fila estaba una señora alta que vestía pantalón de mezclilla, zapatos de trabajo y su cabello crespo al frente, pero recogido de atrás, se veía un poco nerviosa.
Cuando tocó su turno, se acercó a la mesa y dijo: – ¿Me pueden inscribir a mi hijo? -Por supuesto señora, permítame sus documentos, dijo una de las educadoras.
Ella puso sobre la mesa la carpeta al tiempo que decía: – Es que vengo de un rancho; la maestra levantó la mirada – ¿Oh si, de dónde? -De por acá cerca. – No hay problema, ¿le da tiempo de llegar con él en los horarios correspondientes? -claro que sí, lo traemos en esa camioneta. – ¿Y dónde está el niño, lo trajo? – Fallitoooo, acércate, hijo, saluda a la maestra. Entonces apareció un pequeño de complexión gruesa, con una sonrisa enorme y sus mejillas coloradas y brillantes, su cabello risado, y también iba vestido de mezclilla, camisa a cuadros, sombrero y botas.
Después de realizar la inscripción del niño, se despidieron, la maestra continuó atendiendo a otras señoras y después de un rato, regresó doña Rosa, la mamá de Fallito, y apresurada y sonrojada preguntó: – ¿Disculpe, usted será la maestra de Fallito? – Si le contestó la maestra, dudando un poco del porqué de la pregunta, ¡-Ahhh que bueno! Me regresé porque desde que nos fuimos él me dijo que quiere que usted sea su maestra, por eso me regresé.
-La maestra sonriente le respondió: Pues a mí me toca Fallito señora, no se preocupe, acá los esperamos, hasta pronto.
La señora se fue muy sonriente y fallito asomaba la cabeza por la ventana de la camioneta, después agitó la manita en señal de despedida.
Pasaron las semanas y por fin iniciaron las clases, fallito llegaba antes que nadie y esperaba con sus padres a que se abriera la puerta del jardín, cuando veía llegar a la maestra, corría a alcanzarla y se ofrecía a ayudarla con las cosas que traía. En el grupo era muy participativo y agradable, socializaba con todos los niños y platicaba de las actividades que hacía con su papá en el rancho.
Pasaban los días y poco a poco la maestra fue conociendo más a Rafael y a su familia, personas muy sencillas, amables y amigables. Un día al llegar, él más feliz que nunca, se acercó a la maestra y le entregó un queso grande como de un kilo, la mamá le dijo que por favor lo aceptara, que ellos lo hacían y que el niño tenía días que quería llevarle uno. La maestra un poco sonrojada, lo aceptó agradeciendo su gentileza.
El ciclo escolar terminó muy rápido y Fallito pasó a tercer grado, en el pequeño jardín de niños solo eran dos maestras, la maestra que atendía la dirección con el segundo grado y la maestra de Fallito que ahora le tocaba atender el tercero.
Un día como todos los lunes, Fallito y sus padres esperaban a que se abriera el jardín, la maestra llegó y mientras se despedía observaba algo. Fallito se veía enojado y le decía algo a su mamá, la maestra sacó sus llaves y se apresuró a abrir la puerta, esta vez nadie se acercó a ayudarla, entraron y mientras recibía a los demás niños, Fallito se pasó sin saludar, lo que le pareció extraño a la maestra ya que él siempre era muy amable, cariñoso, atento, muy travieso pero obediente.
Hicieron los honores a la bandera y Fallito se veía triste y no permanecía quieto como otros lunes en el homenaje, se fueron al salón e iniciaron actividades permanentes de lenguaje, cantos y juegos etc. Cuando llegó la hora del recreo, el pequeño se acercó al escritorio de la maestra y puso un recipiente transparente que contenía pollo frito y ensalada.
¿Es para mí? Le preguntó la maestra
-Sí, te lo comes, le dijo con indiferencia
-La maestra se levantó de la mesa y cariñosa pero firme le dijo: -No lo comeré si no me dices que te pasa Fallito, ¿por qué estás molesto? Fallito salió corriendo y se fue a sentar atrás del salón, al sonar el timbre de entrada, él se quedó sentado allí, por lo que la maestra fue por él cariñosa y el niño no muy convencido accedió a ir con ella al salón. La maestra se veía preocupada, a la salida quiso hablar con su madre, pero dijo que tenía prisa, que mejor al otro día. La maestra pensó que quizás tenían problemas familiares.
Al díasguiente fallito en educación física se cayó y se lastimó un brazo, afortunadamente no fue nada grave, pero estaba distante, por el incidente fue estrictamente necesario que al terminar la jornada la maestra solicitara platicar con la madre y así fue:
– ¡Para rematar maestra, solo esto faltaba! Dijo la señora cuando se le informó del accidente del niño, expresión que preocupó más a la maestra. ¿Doña Rosita me puede compartir que es lo que pasa con Fallito, porqué se comporta así?
-No se preocupe maestra, son cosas de chamacos, resulta que el día que la trajo su esposo, él se sorprendió muchísimo y me dijo furioso ¿Mamá, que hace mi maestra montada en el coche de ese hombre!!
-Le expliqué que él es su esposo y que cuando puede la trae a la escuela. Él me dijo más enojado, que no era cierto, porque él se casaría con usted cuando fuera grande, entonces insistí y le dije que también tenía hijos y se puso a llorar, lo tuve que regañar y decirle a su papá que le dijera que se calmara y que entrara a la escuela y como no había podido platicar con usted, pues no sabía que seguía enojado.
-Gracias por comentarme doña Rosita, platicaré con él, no se preocupe.
Al siguiente amanecer, llegó Fallito con un cabestrillo en el brazo, se lo habían inmovilizado por la caída, se veía más tranquilo y como había pocos niños, la maestra aprovechó para mostrarle tres imágenes, una de un niño, otro de un adulto y la última de una abuelita.
-Mira Fallito, este eres tú, y ésta soy yo, los dos vamos cambiando poco a poco, cuando llegaste al jardín eras más pequeño, cuando tu seas un adulto como éste y te quieras casar, yo estaré así, como esta abuelita, a lo mejor ya no tenga dientes, utilice bastón y me tengan que dar sopita en la boca. ¿Tú te querrías casar con una abuelita así?
Fallito se quedó viendo la foto, después a la maestra y muy tiernamente se acercó a ella y le dio un tierno abrazo. Desde ese día fueron los mejores amigos, él buen niño, estudioso, participativo, solidario con sus compañeros y en una ocasión hasta fueron a su ranchito para que les enseñara a sus compañeros y su querida maestra cómo se ordeñan las vacas y cómo se hace el queso.
Gracias a todos los niños por su amor incondicional y sincero, los docentes se alimentan cada día de esas muestras de cariño y respeto mutuo.
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D.C.E. Elizabeth A. Castillo Martínez/Liaazhny
Oaxaca, México.