Una vez más, la naturaleza genocida del sionismo guerrerista /imperialista quedó en flagrante evidencia: según el ministro de finanzas del régimen israelí, el extremista de derecha Bezalel Smotrich, sería moral hambrear a los palestinos, en la masacrada Franja de Gaza, hasta matarlos,
Al participar, el 5 de agosto, en una actividad de apoyo a los ilegales asentamientos judíos en territorio palestino, Smotrich planteó que el régimen israelí -que mantiene, desde el 7 octubre, una guerra de exterminio en Gaza- debe encargarse de distribuir toda la ayuda humanitaria internacional en la franja -lo que, según su fake relación de los hechos, está haciendo parcialmente-.
Ello, no obstante el hecho de que, precisamente, el gobierno de Israel bloquea, por diferentes medios -incluido el ataque aéreo contra convoyes civiles que trasportan esa vital asistencia-, la distribución de alimentos, medicinas, y otros insumos cuyo destinatario tendría que ser la brutalmente asediada población en Gaza.
También afirmó, manipuladoramente, que el movimiento políticomilitar palestino Harakat al-Muqawama al-Islamiya -en transliteración del árabe: Movimiento de Resistencia Islámica- (Hamas), se encarga de esas distribución, para aseverar que “no es posible combatir a Hamas, con una mano, y darles ayuda, con la otra”.
“Es su dinero (del movimiento), es su combustible, es su control de lo civil en la Franja de Gaza”, siguió aseverando, para subrayar que “eso, sencillamente, no funciona”.
Por si lo anterior fuese poco, el extremista se lamentó: “es imposible, en la realidad global de hoy, hacer la guerra: nadie, en el mundo, nos permitiría someter a hambre y a sed a dos millones de ciudadanos, aunque sea justo y moral, hasta que regresen a nuestros rehenes”.
“Pero, qué podemos hacer?”, preguntó, además, para decir que “vivimos, hoy, en una determinada realidad”, y -en falsa afirmación de que Israel distribuye asistencia humanitaria en Gaza- para confesar la naturaleza ilegal de la agresión contra Gaza: “necesitamos legitimidad internacional para esta guerra”.
Precisamente, legitimad es un componente del cual carece, estridentemente, el empuje bélico que el sionismo imperialista perpetra, hace casi un año, en Gaza.
Ninguna guerra es, en principio, legítima, pero la israelí en la franja es particularmente ilustrativa de ello, porque su origen es una groseramente obvia bandera falsa (provocación fabricada) que el régimen del judicialmente asediado Benjamin Netanyahu -quien enfrenta cargos penales por corrupción- coordinó con Hamas, en la forma del supuestamente sorpresivo ataque de la organización palestina, la mañana del 7 de octubre de 2023, en territorio israelí.
Netanyahu se encargó, dos días después del incidente, de confesarlo.
Al participar en una reunión de los parlamentarios del derechista partido Likud -que dirige-, reproducidas el 9 de octubre, por el diario israelí Haaretz, el jefe del gobierno israelí planteó, sin reparo: “quien quiera frustrar el establecimiento de un estado palestino, tiene que apoyar el fortalecimiento de Hamas, y la transferencia de dinero, a Hamas”.
Para que no hubiese lugar a ninguna duda, precisó, también reveladoramente: “esto es parte de nuestra estrategia: aislar, a los palestinos en Gaza, de los palestinos en la Margen Occidental” -en alusión, en el segundo caso, a Cisjordania, la zona que, junto con Gaza constituye el territorio del Estado de Palestina-.
Por su parte, el diario The Times of Israel reveló, en un artículo analítico, difundido el 8 de octubre -y citado por Global Research, una plataforma informativa canadiense de investigación y análisis globales-, que “Hamas fue tratado como socio en detrimento de la Autoridad Palestina, para impedir que Abbas se moviese hacia la creación de un Estado palestino”.
El medio de comunicación israelí se refirió, por una parte a la Autoridad Nacional Palestina -la organización que gobierna en Cisjordania-, y a su máximo dirigente, Mahmoud Abbas, quien, desde 2005, es su presidente, lo mismo que del Estado de Palestina -al tiempo que Hamas gobierna, de facto, desde 2017, la Franja de Gaza-.
Sumado a ello, el consultor estadounidense en seguridad Philip Giraldi, y el docente y economista canadiense Michel Chossudovsky, se refirieron, en un artículo de análisis y opinión, publicado, el 1 de noviembre, a la manipuladora narrativa israelí sobre lo ocurrido el 7 de octubre.
“No estemos bajo ninguna ilusión: esa operación de ‘bandera falsa’, es un complejo emprendimiento militar y de inteligencia, cuidadosamente planificado durante años, en conjunto y en coordinación con inteligencia de Estados Unidos, el Pentágono (Departamento de Defensa estadounidense), y la Otan (Organización del Tratado del Atlántico Norte)”, plantearon, en el comentario difundido por Global Research.
Sumado a ello, ambos analistas vaticinaron, como advertencia: “a su vez, esta acción contra Palestina ya es conducente a un proceso de escalada militar que potencialmente podría envolver a una gran parte de Oriente Medio”.
Ahora, casi un año después de inic8ada la limpieza étnica, el componente inhumano del planteamiento formulado por Smotrich -hambrear a los palestinos en Gaza-, fue inmediatamente condenado hasta por aliados -en realidad, cómplices- del régimen israelí -entre ellos, Estados Unidos-.
Al respecto, The Times of Israel, diario israelí publicado en inglés, reprodujo, el 8 de agosto, una declaración exclusiva, formulada por “una persona portavoz” del Departamento de Estado: “estamos consternados por esos comentarios, y reiteramos que esa retórica es dañina y perturbadora”.
Por su parte, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borrell, expresó, un día antes, en un comunicado de cinco párrafos, que la entidad regional “condena, en fuertes términos, las recientes declaraciones” de Smotrich.
“El someter, deliberadamente, a civiles, a hambre, es un crimen de guerra”, advirtió.
“Lo afirmado por el ministro Smotrich, de que ‘podría justificarse y ser moral’ el permitir a Israel ‘causar que 2 millones de civiles mueran de hambre’, hasta que los ‘rehenes sean regresados’, trasciende lo ignominioso. Demuestra, una vez más, su irrespeto al Derecho Internacional, y a los principios básicos de la humanidad”, señaló.
Entretanto, Hamas y la Autoridad Nacional Palestina -en transliteración del árabe: as-Sulta al-Watanīya al-Filastīnīya- reaccionaron, también con fuertes declaraciones, a lo dicho por Smotrich.
La autoridad gobernó, hasta 2006, los dos sectores que actualmente constituyen el Estado palestino: la occidental y costera Franja de Gaza, y la oriental Cisjordania -separadas por el territorio de Israel, y bajo ocupación israelí-.
Sin embargo, desde las cuestionadas elecciones que tuvieron lugar ese año, Hamas gobierna Gaza, mietras la autoridad lo hace en los aislados sectores cisjordanos que no están bajo la ilegal ocupación judía.
Cisjordania -limítrofe con Jordania y el Mar Muerto, al este, e Israel, al norte, al oeste, y al sur-, es el área mayor, cubriendo 5,640 kilómetros cuadrados, frente a los 365 sobre los cuales se extiende Gaza -fronteriza, en el norte y el este, con Israel, en el sur, con Egipto, y, en el oeste, bordeada por el Mar Mediterráneo-.
Pero las respectivas dimensiones territoriales presentan diametralmente inversas realidades poblacionales, ya que Cisjordania es habitada por algo menos de 3.2 millones de personas, mientras la población de Gaza llega a casi 2.1 millones.
Esto convierte, a Gaza, en una de la zonas de mayor densidad poblacional, a nivel planetario, y, dado el bloqueo impuesto por Israel, la franja presenta algunos de los más críticos índices socioeconómicos mundiales.
El gobernante sionismo guerrerista/imperial israelí está, de hecho, perpetrando, hace algo más de 10 meses, en la franja, una brutal acción de limpieza étnica -lo que constituye un crimen de lesa humanidad-.
La aniquiladora política militar/social israelí en Gaza, es comparada -por organizaciones de derechos humanos, académicos, analistas políticos- con el criminal régimen racista (1948-1994) impuesto por la represiva y corrupta dictadura colonialista blanca, respectivamente, en Sudáfrica y la limítrofe África Sudoccidental (desde 1990, la independiente Namibia).
La ocupación en Cisjordania es, combinada, militar y civil, ya que las Fuerzas de Defensa de Israel (Israel Defense Forces, IDF), junto con invasores civiles armados
-eufemísticamente denominados “colonos”-, controlan un 90 por ciento de ese territorio.
Citado, el 8 de agosto, por El Centro Palestino de Información (The Palestine Information Center), Ezzat al-Resheq, integrante del Buró Político de Hamas, señaló que lo afirmado por Smotrich es “una escandalosa declaración que confirma, una vez más, la premeditada intención Israelí y su presente adopción de la política de genocidio, en Gaza”.
“Habitualmente, oímos que el criminal esconde su crimen, pero estamos tratando con un enemigo impúdico, que, abiertamente, declara su atroz crimen”, agregó.
De acuerdo con lo que señaló esa plataforma de difusión, “Al-Resheq exhortó, al fiscal de la Corte Penal Internacional, a que emita una orden de detención, contra Smotrich, por promover y apoyar el genocidio”.
El dirigente de Hamás se dirigió, así, al fiscal jefe del tribunal mundial, el británico Karim Ahmad Khan, quien anunció, recientemente, que gestiona órdenes internacionales de arresto contra Netanyahu, lo mismo que contra el ministro de Defensa israelí, el general retirado Yoav Gallant, a causa de las atrocidades cometidas por el régimen que ambos integran.
Simultáneamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Expatriados (Ministry of Foreigna Affairs and Expatriates) del Estado de Palestina, formuló igual solicitud que Hamas, a la Corte penal Internacional (CPI).
En una declaración que emitió el 8 de agosto, y que fue reproducida por medios de comunicación internacionales, el ministerio llamó, a la CPI, a “emitir una orden de detención contra Snotrich, por aprobar y apoyar la política de genocidio”.
Asimismo, denunció que las afirmaciones del ministro israelí constituyen “un directo menosprecio a las decisiones de legitimidad internacional, y al consenso internacional respecto a protección de civiles y a asegurar sus necesidades humanitarias básicas”.
Igualmente, exhortó, a los gobiernos, a nivel mundial, a prohibir que Smotrich ingrese a los respectivos territorios nacionales.
Cualquier guerra es brutal, y todos los bandos involucrados incurren -en mayor o menor medida- en excesos de crueldad, cuadro de situación que no es ajeno a la guerra que el sionismo imperialista israelí mantiene, sin clemencia, en Gaza, con la excusa de defenderse de Hamas.
Los protagonistas, en el terreno, son las IDF y la estructura militar de la organización palestina -las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam (Izz ad-Din al-Qassam Brigades, IQB)-.
Al incursionar, con rapidez y precisión -en el contexto de la flagrante bandera falsa-, la mañana del 7 de octubre de 2023, en territorio israelí, capturando a 251 rehenes judíos
-civiles de diferentes nacionalidades, mayoritariamente israelíes, incluidos niños y mujeres- y matando a algo más de mil, las IQB cometieron, innegablemente, en la veloz acción, crímenes de guerra.
Ante ello, la respuesta israelí -sostenida desde entonces-, esgrimiendo el “derecho a la defensa”, ha resultado -al momento de redacción de esta nota- en aproximadamente 40 mil víctimas fatales -la mayoría, niños y mujeres-, algo más de 90 mil heridos, destrucción física de ciudades, desplazamiento interno de alrededor de millones de personas, sometimiento de la población civil a hambruna, bloqueo de ingreso de ayuda humanitaria -alimentos, agua, medicinas, combustible, entre otros insumos imprescindibles- a Gaza.
A lo anterior, se suman los brotes de enfermedades -incluida la propagación de poliomielitis-, sin acceso, de la población, a vacunas.
Los crímenes de lesa humanidad -entre ellos, abuso sexual, por ambas partes- son evidentes, como flagrante es la desproporción de la respuesta militar israelí.
Sobre esto, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre el Territorio Palestino Ocupado incluida Jerusalén Oriental e Israel (Independent International Commission of Inquiry on the Occupied Palestinian Territory including East Jerusalem and Israel), dio a conocer, en junio, un informe.
En el documento, el grupo especializado determinó que las IDF y las IQB son responsables de crímenes guerra, y crímenes de lesa humanidad, contexto en el cual han incurrido en violación del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos (Didh).
La comisión precisó, asimismo, que civiles israelíes y palestinos constituyen la mayoría de las víctimas del choque armado.
En ese dramático cuadro de situación, las mujeres y los menores de edad son particularmente vulnerables, señaló el especializado grupo de trabajo.
De acuerdo con lo establecido en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) -vigente desde el 1 de julio de 2002, y del cual 124 estados son parte-, en el octavo de los 128 artículos, contenidos en 66 páginas, los crímenes de guerra son casi una treintena de actos violatorios de convenciones internacionales.
La extensa lista incluye “el homicidio intencional”, “la tortura o los tratos inhumanos”, “el hecho de causar deliberadamente grandes sufrimientos o de atentar gravemente contra la integridad física o la salud”, “la deportación o el traslado ilegal o el confinamiento ilegal”, “la toma de rehenes”.
Asimismo, “dirigir intencionalmente ataques contra la población civil en cuanto tal o contra personas civiles que no participen directamente en las hostilidades”, “dirigir intencionalmente ataques contra bienes civiles, es decir, bienes que no son objetivos militares”.
Además, “dirigir intencionalmente ataques contra personal, instalaciones, material, unidades o vehículos participantes en una misión de mantenimiento de la paz o de asistencia humanitaria de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas (…)”, “atacar o bombardear, por cualquier medio, ciudades, aldeas, viviendas o edificios que no estén defendidos y que no sean objetivos militares”, “declarar que o se dará cuartel”.
También, “cometer atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes”, “cometer actos de violación, esclavitud sexual, prostitución forzada (…) y cualquier otra forma de violencia sexual”, “hacer padecer intencionalmente de hambre a la población civil como método de hacer la guerra, privándola de los objetos indispensable para su supervivencia, incluido el hecho de obstaculizar intencionalmente los suministros de socorro”.
Por otra parte, según el sexto artículo del estatuto, los crímenes de lesa humanidad representan casi una docena de actos perpetrados “como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque”.
Se trata de “asesinato”, “exterminio”, “deportación o traslado forzoso de población”, “encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derechos internacional”, “tortura”, “violación sexual, prostitución forzada (…) o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable”.
También, “persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género (…)”, “desaparición forzada de personas”, “el crimen de apartheid”, “otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”.
En el mismo artículo se determina, entre otras precisiones, que, “por ‘persecución’ se entenderá la privación intencional y grave de derechos fundamentales en contravención del derecho internacional en razón de la identidad del grupo o de la colectividad”.
Asimismo, se indica que “por ‘el crimen de apartheid’ se entenderán los actos inhumanos (…) cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y con la intención de mantener ese régimen”.
El estatuto hace, así, referencia brutal sistema discriminatorio que, conocido como apartheid (separación, en afrikaans -idioma hablado en Sudáfrica y en la limítrofe Namibia-), fue impuesto, desde 1948 a 1994, por el régimen racista blanco que durante décadas gobernó a Sudáfrica, y por su contraparte de la ex África Sudoccidental (la actual Namibia).
En su informe, la comisión internacional señaló, respecto al ataque terrorista de Hamas y a la ininterrumpida acción militar israelí en Gaza, que “el 7 de octubre de 2023 ha marcado un punto de inflexión tanto para israelíes como para palestinos, y presenta un momento decisivo que puede cambiar la dirección de este conflicto, con un serio riesgo de que consolide y expanda aún más la ocupación”.
El grupo de trabajo hizo, así, referencia indirecta al reiteradamente denunciado objetivo histórico del sionismo imperialista -que data de décadas- de ocupar y limpiar étnicamente los dos sectores territoriales del Estado de Palestina -la Franja de Gaza, y Cisjordania-.
La política del régimen de Netanyahu consiste en intensificar esa invasión, propósito que Smotrich se encargó de ratificar cuando anunció, el 22 de febrero, en la red social X, un plan consistente en la construcción de 3,300 nuevas viviendas judías, en Cisjordania.
El extremista usó, para ello, la excusa de un tiroteo, ocurrido en esos días, entre “colonos” y palestinos, incidente durante el cual seis israelíes resultaron heridos -uno de ellos, fatalmente-.
“El serio ataque (…) debe tener una firme respuesta de seguridad, pero, también, una respuesta en materia de asentamientos”, escribió.
A continuación, amenazó: “nuestros enemigos saben que cualquier daño a nosotros, conducirá a más construcción, y más desarrollo, y más de nuestro control en todo el país”.
De acuerdo con otro psicótico integrante del gabinete de Netanyahu -el ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, entre los enemigos de Israel es necesario incluir a mujeres y a niños, y, como tales, hay que matarlos.
Promotor de la paranoica propuesta de específica limpieza étnica, el sociópata Ben-Gvir considera que, mediante esa bestialidad, Israel estaría evitando la repetición de lo ocurrido el 7 de octubre.
El misógino e infanticida ministro de Seguridad de Israel, se permitió proponer que el ensañamiento contra esos dos indefensos grupos poblacionales -los más afectados por la guerra en Gaza- sea elevado a convertirlos en prioritarios objetivos militares.
Según la patológica propuesta de Ben-Gvir, las IDF deben disparar, específicamente, contra mujeres y contra niños.
Citado en notas informativas difundidas del 12 al 14 de febrero, por medios de comunicación israelíes y regionales de Oriente Medio, el ministro planteó que “no podemos tener mujeres y niños (palestinos) acercándose a la frontera”.
“Cualquiera que se acerque, tiene que recibir una bala”, precisó, en el desarrollo de una discusión con el jefe del Estado Mayor de las IDF, el general Herzl “Herzi” Halevi, durante la reunión ministerial llevada a cabo, el 11 de febrero, en la base militar Golis, en el sur de Israel -sector fronterizo con Egipto, al oeste, y con Jordania, al este-, según las diversas y coincidentes versiones periodísticas.
“Usted sabe cómo operan nuestros enemigos (…) van a ponernos a prueba”, afirmó Ben-Gvir, quien es, además, el máximo dirigente del ultraderechista partido Otzma Yehudit (Poder Judío), del cual es uno de los seis representantes en el Knesset (parlamento unicameral israelí).
“Ellos van a mandar mujeres y niños, y, al final, todos van a resultar saboteadores”, y, “si seguimos así, vamos a llegar a otro 7 de octubre”.
No conforme con haber planteado esa barbaridad, Ben-Gvir defendió, en la red social X, con similar agresividad, sus peligrosamente demenciales planteamientos.
Habiendo asegurado que no sentía arrepentimiento por sus aseveraciones, pasó a reafirmar que “hay que disparar contra todos aquellos quienes ponen a nuestros ciudadanos en riesgo, al acercarse a la frontera”.
“Eso es lo que ellos hacen, en cualquier situación normal”, aseguró, a continuación, como elemento justificador.
Pero Ben-Gvir no es el único desquiciado sociópata incrustado en los círculos de poder israelíes.
De acuerdo con versiones periodísticas conocidas entonces, Nissim Vaturi, legislador por el derechista Movimiento Liberal Nacional-Likud, formuló declaraciones en la misma línea que Ben-Gvir.
Habiendo afirmado, con anterioridad, que “Gaza debe arder”, Vaturi dijo, ahora, que los palestinos son terroristas, y que “quien sea que reciba una bala, probablemente la merece”.
