El 5 de junio de 2013, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, el Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) destacó una alarmante paradoja global: mientras 870 millones de personas padecen desnutrición, se pierden o desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos al año, un tercio de la producción mundial. Este contraste resalta la desigualdad en el acceso a recursos básicos y la urgencia de cambiar las pautas de consumo y producción.
La doble paradoja de la inseguridad alimentaria
Según el mensaje de la OIT, el problema no radica únicamente en el desperdicio. La segunda paradoja es aún más preocupante: los principales afectados por el hambre son aquellos que producen alimentos, como pequeños agricultores, trabajadores rurales y pescadores.
Actualmente, un tercio de los trabajadores en el mundo –más de mil millones de personas– están empleados en el sector agrícola, y cerca de dos tercios de quienes viven en pobreza extrema son precisamente pequeños agricultores.
A pesar de los avances económicos y sociales de las últimas décadas, las comunidades rurales han sido marginadas.
Además, enfrentar los peores efectos del cambio climático, que agravan la inseguridad alimentaria y dificultan las condiciones de vida.
Soluciones integrales: trabajo decente y sostenibilidad rural
La OIT subrayó que reducir el desperdicio de alimentos es un imperativo moral, económico y medioambiental, pero no será suficiente para erradicar el hambre si no se adoptan medidas inclusivas. La solución pasa por:
- Generación de empleos productivos : Promover el trabajo decente y apoyar empresas rurales sostenibles.
- Inversiones en infraestructura : Mejoras en almacenamiento, transporte y acceso a tecnologías, mediante métodos que utilizan mano de obra intensiva.
- Protección social : Establecer redes de seguridad básica para garantizar ingresos mínimos y satisfacer necesidades esenciales, especialmente en crisis climáticas como sequías o inundaciones.
El desarrollo de la agricultura sostenible, que respeta los recursos naturales y aumenta la resiliencia ante el cambio climático, también es clave. Esto incluye fomentar pequeñas empresas agrícolas a través de la capacitación técnica, el acceso a financiamiento , mercados, y la creación de cooperativas que mejoren las cadenas de valor.
Un compromiso con el desarrollo sostenible
En el marco de la Conferencia Internacional del Trabajo de 2013, la OIT inició un debate sobre el vínculo entre desarrollo sostenible, trabajo decente y empleos verdes. Este enfoque busca alinear los objetivos económicos, sociales y medioambientales, destacando el rol crucial del trabajo en la sostenibilidad del planeta.
El mensaje final de la OIT no solo invita a reflexionar sobre el desperdicio de alimentos, sino también a repensar cómo la humanidad puede crear sistemas más justos y sostenibles que beneficien a todos, especialmente a los más vulnerables.
Erradicar el hambre y la pobreza rural, al tiempo que se protege el medio ambiente, es un desafío global que requiere una acción conjunta y decidida.
El Día Mundial del Medio Ambiente 2013, centrado en esta alarmante paradoja, se convierte así en un recordatorio urgente: la sostenibilidad no es solo un ideal, sino una necesidad inmediata para garantizar el bienestar humano y del planeta.