Costa Rica ha sido reconocida internacionalmente por sus fortalezas naturales y geográficas, que han atraído tanto al turismo como a los sectores industriales y de servicios. Sin embargo, la pregunta que se plantea para el futuro del país es si estas fortalezas serán suficientes para los próximos 20 o 30 años. ¿Estamos realmente aprovechando todo nuestro potencial, especialmente el humano?
Aunque hemos logrado avances notables en áreas como la conservación ambiental, la cuestión de nuestras capacidades humanas sigue siendo una asignatura pendiente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el Ministerio de Educación Pública (MEP) y la Universidad de Costa Rica (UCR), menos del 44% de los adultos en edad productiva logran obtener un título de secundaria. Aún más alarmante es que solo un pequeño porcentaje alcanza niveles educativos más avanzados: menos del 14% logra completar un título técnico, y menos del 20% llega a la universidad.
Estos números son preocupantes cuando se considera que menos del 45% de los adultos en edad productiva tienen empleo formal y que, de los trabajadores independientes, solo un pequeño porcentaje logra establecer un negocio estable. Las mujeres, que representan una parte significativa de nuestra fuerza laboral, enfrentan aún mayores desafíos, con solo el 28,5% empleadas formalmente y un 17,6% en trabajos informales.
Sin embargo, esta situación también puede verse desde una perspectiva más optimista. Como en la historia de los dos vendedores de zapatos, depende de cómo se enfoca la oportunidad. Si bien tenemos desafíos, también contamos con un enorme potencial sin explotar, especialmente en el talento humano, y sobre todo en el talento femenino, que representa una gran oportunidad para el futuro del país. Si se invierte sabiamente en su educación y en la creación de un entorno laboral más inclusivo y accesible, las oportunidades de crecimiento para las próximas generaciones son incalculables.
El impacto de una mejor formación y empleabilidad de las mujeres no solo tendrá repercusiones económicas, sino también culturales y sociales. Sin embargo, no será un camino fácil ni rápido. Para incorporar a las mujeres al empleo, es necesario abordar también los desafíos relacionados con el cuidado infantil, las brechas educativas y las complicaciones de los horarios de trabajo rotativos, que pueden generar frustración si no se gestionan adecuadamente.
A pesar de estos desafíos, Costa Rica ha demostrado ser capaz de mantener la paz social y el bienestar de sus familias. Si aplicamos el mismo enfoque que utilizamos en el turismo, podemos diseñar un modelo de desarrollo más intencional y sostenible, basado en la diversidad de talentos y en las vocaciones profundas de cada persona.
Existen ya ejemplos y modelos a pequeña escala que demuestran que, con un diseño adecuado y un compromiso conjunto, sí podemos construir un país más inclusivo y próspero para las futuras generaciones. Es momento de enfocar nuestra imaginación y esfuerzos en un diseño-país con un propósito superior, uno que no solo sea viable económicamente, sino que también promueva una sociedad más justa y equitativa para todos.
