El reloj marcaba las nueve de la mañana cuando una multitud empezó a congregarse frente a las oficinas de la Secretaría de Cultura federal, en Arenal 40, Chimalistac, Ciudad de México. Los trabajadores, unidos en la diversidad de sus gremios, llevaban un mensaje claro y urgente: sus derechos laborales no pueden esperar más. Representando a 12 organizaciones sindicales, entre ellas el Sindicato Nacional de Cultura y el Sindicato Nacional de Restauradores del INAH , los manifestantes exigieron ser escuchados por la secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza.
Las pancartas eran un reflejo de las demandas: adeudos de prestaciones que debieron pagarse en diciembre, falta de insumos en los recintos culturales y recortes presupuestales que afectan especialmente al personal de base. La protesta, aunque pacífica, estaba cargada de una energía incontenible, una mezcla de indignación y esperanza de obtener respuestas.
El peso de las promesas incumplidas
Ximena Rojas, secretaria general del Sindicato Nacional de Restauradores del INAH, fue una de las voces más contundentes. “Nos preocupa el recorte presupuestal al personal permanente, de base y mandos medios”, señaló, mientras explicaba que el aumento anunciado para trabajadores de la Secretaría de Cultura solo beneficia a personal eventual y de honorarios.
Aunque no están en contra del apoyo al personal eventual, Rojas subrayó que el crecimiento inflacionario ha agravado la situación para los trabajadores de base. Este reclamo no era nuevo; las demandas ya se habían expuesto en octubre durante una reunión con Curiel de Icaza, quien entonces pidió paciencia y prometió mantener el diálogo. Pero la paciencia se ha agotado, y los problemas siguen sin resolverse.
El silencio institucional y la protesta como única opción
La negativa al diálogo por parte del director general del INAH, Diego Prieto, fue otro punto crítico. Ante este bloqueo, los sindicatos optaron por hacer de la protesta su principal herramienta de presión. No obstante, los primeros pasos hacia una solución comenzaron a materializarse: los representantes sindicales fueron recibidos por José Luis Domínguez, encargado de Relaciones Laborales, y Guadalupe Moreno Saldaña, titular de la Unidad de Finanzas.
Aunque se lograron acuerdos para reuniones futuras, la desconfianza persiste. “En la administración pasada también se comprometieron, pero solo asistieron a una mesa de trabajo”, recordó Rojas, dejando entrever la incertidumbre que permea entre los trabajadores.
Un llamado urgente a la cultura del respeto laboral
Mientras los manifestantes dispersaban sus filas al caer la tarde, quedaba claro que esta protesta no era solo por dinero o insumos; era una lucha por la dignidad de quienes protegen y promueven el patrimonio cultural de México.
Lo que está en juego es el futuro del sector cultural y la justicia para sus trabajadores. En Arenal 40, el eco de las consignas resuena como un recordatorio: no puede haber desarrollo cultural sin respeto a quienes lo hacen posible.
