El pasado 23 de enero, Tailandia marcó un hito en la historia de los derechos humanos y la igualdad al celebrar sus primeras bodas entre personas del mismo sexo. Este avance posiciona al país como líder en el sudeste asiático al permitir el matrimonio igualitario, un logro que ha sido recibido con entusiasmo, esperanza por las comunidades LGBTQ+, activistas dentro y fuera de sus fronteras.
La nueva legislación, aprobada en junio de 2024, no solo redefine la concepción tradicional del matrimonio —descrita ahora como la unión entre dos individuos sin importar su género—, sino que también amplía derechos fundamentales. Estas parejas podrán adoptar hijos, compartir decisiones de atención médica y acceder a derechos de herencia en igualdad de condiciones.
La celebración oficial fue encabezada por la primera ministra Paetongtarn Shinawatra, quien recibió a decenas de parejas y activistas LGBTQ+ en la Casa del Gobierno. “El 23 de enero de 2025 será el día en que todos hagamos historia juntos”, expresó en redes sociales. Su mensaje fue claro: el amor, sin importar su forma, merece el mismo reconocimiento y respeto.
A pesar de que Tailandia ha sido percibida como un destino inclusivo para la comunidad queer, la activista de 18 años Plaifah Kyoka Shodladd recordó al mundo que esta fama no siempre reflejaba la realidad. «Nunca fue realmente el paraíso para las personas queer», declaró. Sin embargo, reconoció que este avance legislativo abre nuevas oportunidades, marca un cambio significativo en la percepción y el trato hacia las personas LGBTQ+.
Con este paso, Tailandia se une a Taiwán y Nepal en el selecto grupo de países asiáticos que han legalizado el matrimonio igualitario. Este logro subraya la importancia de seguir luchando por la igualdad de derechos en una región donde los avances en este ámbito aún son limitados.
El impacto de esta legislación va más allá de sus fronteras. Representa un modelo para otras naciones asiáticas , una reafirmación del compromiso de la comunidad internacional hacia la inclusión y la diversidad. Las celebraciones en Bangkok no solo simbolizan el triunfo del amor, sino también el reconocimiento de la dignidad y los derechos de quienes, por tanto tiempo, han luchado por ser vistos como iguales.
La fecha del 23 de enero será recordada como un día en que Tailandia hizo historia, avanzando hacia un futuro más justo e inclusivo. Sin embargo, este no es el fin del camino. Los desafíos continúan, pero el mensaje es claro: la igualdad es posible, y el cambio es inevitable.
