Pasos de animal grande suenan en Washington: hechos que no son aislados

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El sistema electoral de Estados Unidos legaliza el fraude.

Gracias a ello, el republicano Donald Trump fue declarado oficialmente triunfador en la elección presidencial llevada a cabo en 2016: perdió la votación popular -la verdadera-, aunque ganó la votación en el Consejo Electoral -la virtual, pero la decisiva-.

Las cifras mostraron que la demócrata Hillary Clinton reunió 48 por ciento de los votos emitidos por los electores -algo más de 65.8 millones-, en los centros de sufragio, frente al 46 por ciento -unos 62.9 millones- obtenido por Trump.

Pero en el Colegio Electoral de Estados Unidos (United States Electoral College) -donde se decide la elección-, de los 530 votos en juego -270 son necesarios para ganar-, Trump reunió 306, mientras Clinton se hizo de 232.

De modo que 306 voluntades se impusieron a 2.9 millones -lo que, según el peculiar sistema estadounidense, se entiende como una elección justa y como ejemplo de democracia.

Desde que fracasó, en 2020, en su primer intento por hacerse reelegir, el derrotado republicano está diciendo -en obsesiva/manipuladora reiteración- que ganó también esa votación, y que un supuesto fraude lo hizo perder frente a Joe Biden.

Obsesionado -como el mendaz compulsivo que es- por imponer esa flagrante mentira, Trump promovió el violento conato de golpe de Estado que miles de sus irracionales/acríticos seguidores perpetraron el 6 de enero de 2021 -catorce días antes de la juramentación de Biden-, para impedir que el demócrata vencedor asumiese la presidencia.

Enfrentado, ahora, a cuatro procesos judiciales -dos de ellos, relacionaos con el intento golpista; otro, por haber secuestrado sensible documentación oficial; otro por fraude financiero-, el tóxico personaje sostiene que es inocente.

Además, plantea que no se lo puede someter a juicio, ya que está protegido por inmunidad presidencial.

En el marco del debate nacional generado por la autoritaria conducta de Trump, la mayoría conservadora instalada en la Corte Suprema de Estados Unidos (Supreme Court of the United States, Scotus), avaló -en resolución emitida el 25 de abril- el manipulador razonamiento inmunitario del republicano.

Tres de los seis integrantes de ese nefasto bloque fueron designados por Trump: Neil Gorsuch (2017), Brett Kavanaugh (2018), Amy Coney Barrett (2020).

Los otros tres derechistas son designaciones del también republicano ex presidente (2001-2005, 2005-2009) George W. Bush -el intelectualmente limitado gobernante quien se instaló en la Casa Blanca tras haber perdido, en 2000, ante el entonces vicepresidente (1993-1997, 1997-2001) Al Gore, la votación popular, por medio millón de votos reales, pero habiendo ganado, la virtual, con apenas 271-.

Los integrantes del máximo tribunal judicial estadounidense son nueve magistrados, incluidas cuatro mujeres.

La resolución de la Scotus -los favores políticos vienen con etiqueta de precio- fortaleció aún más -al menos en principio- la posibilidad de que Trump gane la elección presidencial programada para el 5 de noviembre.

También lo hizo Biden, cuando retó, públicamente, a su rival republicano, a un debate
-tomando en consideración que Trump, en su fenomenal inferioridad intelectual, es reacio a la confrontación de ideas-.

La expectativa era que Biden revirtiera, así, la tendencia mostrada por diferentes encuestas
-con ventaja para el republicano-.

También -y quizá, centralmente- se trataba de desvirtuar la viralizada percepción de que Biden es un anciano de 81 años quien no está en capacidad de desempeñar la presidencia durante otro cuatrienio -ello, no obstante el hecho de que es apenas dos años y cinco meses mayor que Trump-.

Tal como se suponía, Trump manejó, durante el debate, su habitualmente falaz discurso, inventando hechos, fabricando datos supuestamente estadísticos, presentando realidades inexistentes, recurriendo al denuesto, mientras Biden refutó las afirmaciones inexactas, corrigió reiteradamente a su falaz adversario, enfrentó los ataques personales.

Pero el ganador del debate -llevado a cabo el 27 de junio- fue, indudablemente, Trump, quien impuso la patanería, el hablado golpeado, el populismo barato, las afirmaciones dispersas y desconectadas para evitar las respuestas puntuales a preguntas puntuales de los ineficientes moderadores del debate -quienes permitieron la tóxica conducta del republicano-.

Si bien mantuvo una conducta diametralmente opuesta a la de su rival, Biden incurrió, durante el intercambio, en todas las fallas que habitualmente se le señalan -entre otras, equivocó datos, se mostró inseguro, interrumpió la enunciación de algunos conceptos para reformularlos-.

Por lo tanto, aunque su participación se caracterizó por planteamientos correctos, la debilidad que mostró al exponerlos fue arrollada por la agresividad con la cual su adversario mintió, ofendió, y evadió respuestas que le implicaban potencial riesgo.

De modo que la confrontación que promovió, para fortalecer su candidatura, en realidad minó, brutalmente, el esfuerzo reeleccionista de Biden, quien, bajo creciente presión para que renunciase a su aspiración, y luego de resistirse, durante casi un mes, anunció, el 22 de julio, su retiro de la carrera 2024 hacia la Casa Blanca.

Entre el catastrófico debate, y el abandono de la candidatura, otro incidente violento ocurrió alrededor de Trump: un mediático intento de asesinato, mientras hablaba en la actividad proselitista republicana llevada a cabo el 13 de julio, en la ciudad de Butler, en el norteño estado de Pennsylvania.

El trumpismo aprovechó el turbio incidente para producir teorías conspirativas -como que el autor intelectual del disparo que hirió a Trump en la oreja derecha fue Biden, o que se trató de una maquinación de la dictatorial teocracia musulmana iraní-.

El daño colateral visible, de momento, ha incluido a la directora del Servicio Secreto (Secret Service), Kimberly Cheatle, quien, luego de un despiadado interrogatorio en la Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes (House of Representatives Oversight Committee) -durante el cual omitió responder a numerosas preguntas clave de los legisladores-, renunció al cargo.

Cheatle admitió, durante su comparecencia, que el personal del Servicio Secreto a cargo de la seguridad de Trump en el terreno, fue omiso en el cumplimiento de su cometido.

Según la descripción de ese propósito, en el sitio del Servicio Secreto en Internet, “tenemos una misión integrada de protección e investigaciones para garantizar la seguridad de nuestros protegidos, sitios clave, y actividades importancia nacional”.

Los protegidos son, entre otros personajes de alto nivel, el presidente y el vicepresidente de Estados Unidos -y sus respectivas familias-, lo mismo que ex gobernantes estadounidenses.

Con el anuncio que Biden formuló, el 21 de julio, de que desistía de buscar un nuevo cuatrienio en la Casa Blanca, apoyando la candidatura de su vicepresidenta y hasta entonces compañera de fórmula, Kamala Harris, el escenario electoral estadounidense cambió instantáneamente.

La incursión de Harris como virtual ganadora de la candidatura presidencial demócrata -a definirse en la convención nacional del partido, del 19 al 22 de agosto, en la nororiental ciudad estadounidense de Chicago-, inyectó dinamismo a la apuesta electoral de la agrupación política gobernante.

Entre otro factores, millones de dólares fueron instantáneamente ofrecidos por diversos donantes, además de que diferentes encuestas de intención de voto ubicaron, a la precandidata, en ventaja -no obstante estrecha- frente a su misógino adversario.

Ello, al tiempo que organizaciones de mujeres constituyeron un frente de lucha electoral para apoyarla, además de que su campaña proselitista inició un esfuerzo por ganar votantes republicanos opuestos a Trump.

Ese dinamismo hizo, simultáneamente, sonar las alarmas en el campo trumpista, lo que está traduciéndose -contrariamente a lo que algunos estrategas de la campaña presidencial republicana recomendaron-, en ofensivos ataques personales del candidato, contra su adversaria, incluyendo su origen étnico -es hija de inmigrantes: un economista oriundo de Jamaica, y una científica de India-.

En el contexto de un proceso electoral considerablemente sui generis, adquirió notoriedad una preocupantemente pesada iniciativa elaborada por estrategas de la derecha estadounidense: el Proyecto 2025 (Project 2025).

La propuesta de 922 páginas, consistente en 30 capítulos destruidos en cinco secciones, fue difundida con el título “Mandato para Liderazgo. La Promesa Conservadora. Proyecto 2025. Proyecto de Transición Presidencial”.

Elaborado en 2023 -pensando en la reelección de Trump-, bajo supervisión de la conservadora Heritage Foundation, el plan, dado a conocer en julio de 2024, prevé, entre sus objetivos centrales, una profunda restructuración del Poder Ejecutivo -lo que, en términos generales, coincide con el pronunciamiento de la mayoría derechista de la Scotus respecto a la inmunidad presidencial-.

Establecida en 1973, la fundación -un tanque de pensamiento conservador que asesora a gobiernos republicanos- se posición, como un actor líder de la derecha estadounidense, durante la administración (1981-1985, 1985-1989) del pésimo actor y peor presidente Ronald Reagan, en cuya gestión tuvo fuerte influencia.

En su sitio en Internet, la fundación señala que “la misión de Heritage es la de formular y promover políticas públicas basadas sobre los principios de la libre empresa, el gobierno limitado, la libertad individual, los valores tradicionales estadounidenses, y una fuerte defensa nacional”.

Entre sus tres declarados objetivos principales, figuran los de “proporcionar soluciones, investigando, desarrollando, y promoviendo soluciones innovadoras”, además de “movilizar a los conservadores, uniendo al movimiento conservador para que trabaje unido”, lo mismo que “capacitar a líderes, preparando a las futuras generaciones que liderarán a Estados Unidos”.

La fundación también asegura que, “ahora, más que nunca, el pueblo estadounidense necesita a un defensor quien preserve el gran experimento estadounidense y todo lo bueno y lo justo que representa”.

A continuación, explica que “es por eso que La Fundación Heritage existe”.

A causa de las críticas de diversos sectores al Proyecto 2025, y de la impopularidad de la iniciativa entre un amplio segmento de votantes -más de 40 por ciento, frente a un 16 por ciento de apoyo, y un 40 por ciento que no la conoce-, su director, Paul Dans -uno de los principales promotores y autores de la iniciativa-, anunció, al final de julio, la decisión de renunciar al cargo.

El prolongado texto contiene el comentario introductorio “Una Nota sobre el ‘Proyecto 2025’”, en el cual Dans expuso la visión ultraderechista republicana -y trumpiana- de lo que debe ser el Poder Ejecutivo estadounidense.

“El Proyecto de Transición Presidencial 2025 es el esfuerzo unificado del movimiento conservador por estar pronto para que la próxima Administración conservadora gobierne a las 12:00 del mediodía, el 20 de enero de 2025”, escribió el ahora ex director de la iniciativa.

“Para que los conservadores tengan una oportunidad combativa de asumir el Estado Administrativo y reformar nuestro gobierno federal, la tarea tiene que empezar ahora”, agregó, además de precisar que “la totalidad de este esfuerzo es para aportar al próximo presidente conservador, quien sea él o ella”.

También relató que, en 1980, la fundación entregó a Ronald Reagan -cuando aún era presidente electo-, el “Mandato para Liderazgo” (“Mandate for Leadership”), documento que Dans describió como un “trabajo colectivo por líderes del pensamiento conservador y ex integrantes de gobierno”.

27 de junio de 1986 CIJ condena a EEUU en la Haya / Informativo JBS

El mandato “estableció una serie de recetas de política, agencia por agencia, para el presidente entrante”, señaló Dans, para agregar que “este libro, literalmente, ubicó al movimiento conservador y a Reagan, en la misma frecuencia”.

A continuación, el ex director del proyecto reflexionó que, “ahora, no es 1980”, que, “en 2023, el juego ha cambiado”, y, en un desvarío ideológico, escribió que “la larga marcha del marxismo través de nuestras instituciones ocurrió”.

“El gobierno federal es un monstruo, convertido en arma contra los ciudadanos estadounidenses y los valores conservadores, con la libertad y la independencia asediadas como nunca antes”, siguió planteando.

“La tarea que nos ocupa -revertir esta marea y regresar, a nuestra República a su atracadero original- es demasiado grande como para que un solo generador de políticas sea la punta de lanza”, por lo que “requiere la acción colectiva de nuestro movimiento”, indicó.

“Nuestro objetivo consiste en reunir un ejército de conservadores alineados, investigados, y preparados, para que se pongan a trabajar, el Día Uno, para desconstruir el Estado Administrativo”, aclaró -de acuerdo con versiones periodísticas, se trata, ya, de decenas de miles-.

Dans explicó, a continuación que “el proyecto está construido sobre cuatro pilares”, los que, de inmediato, describió.

“Pilar I -este volumen (el texto de 992 páginas)- coloca, en un lugar, un consenso de visiones sobre cómo gobernar a las principales agencias federales, y donde existe desacuerdo, agrupar esas diferencias, para que el presidente elija un camino”, comenzó a precisar.

“Pilar II es una base de datos de personal que permite a los candidatos a construir sus propios perfiles profesionales, y a los miembros de nuestra coalición revisarlos y formular sus recomendaciones”, agregó.

“Esas recomendaciones serán luego cotejadas y compartidas con el equipo del presidente electo, haciendo más eficiente el proceso de designación”, señaló.

“Pilar III es la Academia de la Administración Presidencial, un sistema educativo en línea impartido por expertos de nuestra coalición”, planteó, a continuación.

“Al recién llegado, esto le explicará cómo funciona el gobierno, y cómo funcionar en el gobierno”, explicó, además de indicar que, “al experimentado, le ofreceremos seminarios en persona, con capacitación avanzada, y fijaremos el nivel de lo que se espera del liderazgo superior”.

“En el Pilar IV -el Manual- estamos formando equipos de agencias, y redactando planes de transición a ser implementados en cuanto el presidente diga ‘que Dios me ayude’”, expresó, en alusión a las cuatro palabras –“so help me God”- de cierre del juramento presidencial, en la ceremonia de asunción del cargo.

Por su parte, en el prólogo del texto –“Una Promesa a Estados Unidos” (“A Promise to America”)-, el presidente de la fundación, Kevin Roberts, planteó que “este libro es el trabajo de todo el movimiento conservador”, y que, “los autores expresan recomendaciones de consenso (…) especialmente en cuatro amplios frentes que decidirán el futuro de Estados Unidos”.

Según la enumeración formulada por Roberts, se trata de “restituir a la familia como centro de la vida estadounidense, y proteger a nuestros niños”, además de “desmantelar el estado administrativo y regresar a la autogobernabilidad del pueblo estadounidense”.

Asimismo, “defender la soberanía, las frontera, y la riqueza de nuestra nación, contra amenazas globales”, y “asegurar nuestros derechos individuales, dados por Dios, a vivir libremente: lo que nuestra Constitución llama ‘las Bendiciones de la Libertad’”.

Pasando, más adelante, a detallar aspectos clave de cada frente, Roberts los describió como “promesas”.

Respecto a la primera -la familia como centro-, señaló que “el próximo presidente conservador debe ponerse a trabajar en la búsqueda de la verdadera prioridad de la política: el bienestar de la familia estadounidense”.

Al plantear que existe el propósito de “reemplazar los amores y las lealtades naturales de la gente, con no naturales”, aseveró que, “hoy, la familia estadounidense está en crisis”.

Como ejemplo de ello, planteó que “cuarenta por ciento de los niños nacen de madres no casadas, incluyendo más de 70 por ciento de niños negros”, además de afirmar -sin respaldo- que “la ausencia de padre es una de las principales fuentes de pobreza, criminalidad, enfermedad mental, suicidio adolescente, rechazo a la iglesia, y abandono de enseñanza secundaria”.

“Tantos de los problemas que los programas gubernamentales están diseñados para resolver -pero no pueden-, son problemas, en definitiva, creados por la crisis del matrimonio y la familia”, continuó advirtiendo, para vaticinar que, “si las tendencias actuales continúan, estamos dirigiéndonos a una implosión social”.

En cuanto a la segunda promesa -desmantelamiento del Estado-, señaló que, “por supuesto, la más segura manera de poner nuevamente al gobierno federal a trabajar para el pueblo estadounidense, es reducir su tamaño y alcance para que otra vez sea algo que se asemeje a la intención constitucional”.

Después de explicar que “los conservadores desean un gobierno más pequeño no por sí mismo sino por la prosperidad humana”, Roberts se refirió, en términos militaristas.
a la seguridad del país.

“El presidente puede restaurar la confianza pública y la rendición de cuentas de nuestra función gubernamental más importante de todas: la defensa nacional”, indicó.

“El pueblo estadounidense desea un sector militar integrado por hombres y mujeres altamente capacitados quienes puedan proteger nuestra patria, y nuestros intereses en el exterior”, agregó.

De modo que, según la visión conservadora, “el próximo presidente debe terminar con la experimentación social de la izquierda con los militares, restablecer el combate en guerra como su única misión, y proponerse derrotar la amenaza del Partido Comunista de China
(PCC) como su más alta prioridad”.

Al mencionar este puto, el vocero conservador coincidió con un de las principales preocupaciones del establishment militar estadounidense -reiterada y obsesivamente expuesta por la jefa del Comando Sur de Estados Unidos (United States Southern Command, Southcom), la generala Laura Richardson-: la influencia de China en el continente americano, en particular en América Latina.

La jurisdicción del Southcom comprende a la región latinoamericana y caribeña, con excepción de México, que está en el área de influencia del Comando Norte de Estados Unidos (United States Northern Command, Northcom) -se trata de dos de los once Comandos Combatientes (Combatant Commands) con los cuales el Departamento de Defensa estadounidense da vigilancia militar al planeta.

Para la tercera promesa -soberanía nacional-, Roberts escribió que “Estados Unidos pertenece a ‘nosotros, el pueblo’ (‘we, the people’)”, en referencia a las tres primeras palabras del Preámbulo de la Constitución de Estados Unidos.

“Toda autoridad gubernamental deriva del consentimiento del pueblo, y el éxito de nuestra nación deriva del carácter de su pueblo”, reflexionó.

También señaló que es posible considerar que existe “una amplia gama de desafíos ante el pueblo estadounidense: políticas supranacionales, seguridad fronteriza, globalización, enfrentar a China, producción, Big Tech (grandes empresas tecnológicas), universidades infiltradas por China”.

“Pero, en realidad, los problemas son dos: (1) que China es un enemigo totalitario de Estados Unidos, no un socio estratégico ni un competidor justo, y (2) que las élites de Estados Unidos han traicionado al pueblo estadounidense”, aclaró.

La recomendación: “la solución a todos los antemencionados problemas es no poner atención a este o aquel programa gubernamental, reemplazar a este o a aquel burócrata (…) los resolvemos, no podando y dando nueva forma a la hojas sino arrancando los árboles, desde la raíz”.

Como no podía ser de otra manera, el multilateralismo también fue satanizado como una fuente de peligro para el modelo que construyeron los ideólogos conservadores estadounidenses.

“Las organizaciones y los acuerdos internacionales que erosionan nuestra Constitución, Estado de Derecho, o soberanía popular, no deben reformarse: deben abandonarse”, planteó el jefe de la fundación.

Y aportó el componente xenofóbico/racista: “la inmigración ilegal debe terminar, no ser mitigada; la frontera, sellada, no repriorizada”.

En el caso de la cuarta promesa –asegurar “las bendiciones de la libertad” dadas por Dios-, señaló que la Declaración de Independencia “estableció la creencia de los fundadores de Estados Unidos de que ‘todos los hombres son creados iguales’ y están dotados de derechos, dados por Dios, a ‘la Vida, la Libertad, y la búsqueda de la Felicidad’”.

El jefe de la fundación extremista amplió el patrioterismo “antirrojo” en la extensa elucubración que formuló en el prólogo.

“El próximo presidente conservador tiene que estar orgulloso, no avergonzado, de la singular cultura, de los estadounidenses, de igualdad y libertad en orden”, porque, “después de todo, los países donde las élites marxistas han adquirido poder político y económico son, todos, más débiles, más pobres, menos libres por ello”, aseguró, ahora generalizando.

Frente a ello, “Estados Unidos sigue siendo la sociedad más innovadora y con mayor movilidad social ascendente en el mundo”, razón por la cual “el próximo presidente conservador debe ser un paladín del genio dinámico de la libre empresa contra los sombríos sufrimientos del socialismo dirigido por élites”.

“No existe esa cosa llamada ‘el gobierno’”, planteó, para agregar que “solamente hay gente que trabaja para el gobierno y usa su poder (del gobierno), y que -casi en cada oportunidad- lo usa para servirse primero, y, a todos los demás, mucho después”.

En cuanto a los pilares que enumeró, Roberts escribió que “lo que hace que estos cuatro componentes de la promesa conservadora sean tan valiosos para el próximo presidente es que atraviesan las distracciones superficiales, y se enfocan en los retos morales y fundacionales que Estados Unidos enfrenta en este momento de la historia”, aseguró.

“Este fue uno de los secretos del éxito de los conservadores en la Era Reagan, y que nuestra generación tendría que emular”, recomendó, también refiriéndose al vergonzoso ícono ideológico de la fundación.

Respecto a ese personaje -participante en la cacería “anticomunista” que la ultraderecha llevó a cabo a mediados del siglo pasado en el ambiente cinematográfico e intelectual, Roberts se refirió a la década de 1970, el tiempo de la Guerra Fría (1947-1991) protagonizada por Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1922-1991) -y por sus respectivos proxys en diferentes campos de combate militar, incluida América Latina-.

“En 1979, las amenazas que enfrentamos fueron la Unión Soviética, el socialismo de los liberales de los 1970s, y la depredadora desviación de las élites culturales”, afirmó, ara aseverar que “Reagan venció a esas bestias al ignorar sus tentáculos y golpearlas, en cambio, en sus corazones”.

Al enumerar lás tácticas reaganianas -entre ellas, la creación, en 1982, de “la contra” en Nicaragua-, formuló y respondió varias preguntas.

sintetizó.

El Proyecto 2025 “armará, al próximo presidente conservador, con el mismo tipo de claridad estratégica, pero para una nueva era”, según el planteamiento conceptual profundamente preocupante de Roberts.

Como también lo es el planteamiento del presidente de la fundación, en el sentido de que el extenso documento “representa el mejor esfuerzo del movimiento conservador en 2023, y la última oportunidad, de próximo presidente conservador, de salvar a nuestra república”.

Lo planteado en el manual del Proyecto 2025 presenta fuerte afinidad con la línea política autoritaria de personajes tan nefastos como el salvadoreño Nayib Bukele, o el argentino Javier Milei, o Trump.

En el caso del corrupto/racista/xenofóbico/misógino ex presidente estadounidense, la reacción -al menos la pública-, frente al peligroso mamotreto del extremismo republicano, ha consistido en poner distancia, y mentir -para sorpresa de nadie- en el sentido de que desconoce el manual ideológico.

“No lo he visto, no tengo idea sobre quién está a cargo, y, a diferencia de nuestra bien recibida Plataforma Republicana (plan de gobierno trumpista), no tuve nada que ver con eso”, aseguró Trump, en un mensaje que difundió, el 5 de julio, en la red social X.

“Los demócratas radicales de izquierda están disfrutando, sin embargo, tratando de engancharme con las políticas expresadas o dichas. Es pura desinformación de parte de ellos. A esta altura, después de todos estos años, todos saben cuál es mi posición respecto a TODO!”, agregó.

Lo que hace difícil de creer también estas aseveraciones de Trump es el hecho de que altos funcionarios de su gobierno figuran entre los autores de la iniciativa.

Según lo informado por la cadena de televisión informativa estadounidense Cable News Network (CNN), el 11 de julio -cinco días después del mensaje en X-, una proporción considerable de las personas involucradas en la elaboración del plan de gobierno conservador integraron el personal presidencial trumpiano.

“De hecho, por lo menos 140 personas quienes trabajaron en la administración Trump tuvieron participación en el Proyecto 2025, de acuerdo con lo hallado por una revisión de CNN”, señaló la versión periodística.

“En general, CNN encontró que asi 240 personas tienen vínculos con el Proyecto 2025 y con Trump, cubriendo caso todos los aspectos de su tiempo (de Trump) en política y en la Casa Blanca -desde tropa dedicada a lo cotidiano, hasta los más altos niveles de su gobierno”, agregó el medio de comunicación de cobertura mundial.

“El número posiblemente sea mayor, porque los datos personales de muchas personas no estaban disponibles en línea”, aclaró.

Por su parte, la plataforma informativa estadounidense Democracy Docket, reveló, el 9 de julio -tres días después de la afirmación del ex presidente-, que “Trump también tiene profundos vínculos con La Fundación Heritage, el grupo detrás del Proyecto 2025, y las decenas de organizaciones conservadoras que contribuyeron al plan”.

Lo señalado por el Docket, se evidencia en el extenso documento, elaboración entre cuyos principales participantes figura Dans, quien se desempeñó, en la administración Trump, como jefe de Gabinete (Chief of Staff) de la Oficina de Gestión de Personal (Office of Personnel Management), trabajando en estrecha coordinación con personal presidencial.

Además, Spencer Chretien, director asociado de la fundación, se desempeñó, en la misma administración, como asistente especial de Trump, lo mismo que como director asociado de la Oficina de Personal Presidencial (Presidential Personnel Office, PPO).

Asimismo, Mark Meadows fue jefe de Gabinete (chief of Staff -ministro de la
Presidencia-), John Ratcliffe fue director de Inteligencia Nacional -con rango ministerial-, Peter Navarro trabajó en varios cargos de nivel presidencial en el ámbito de comercio exterior -incluido el de asistente de Trump-, mietras Ben Carson fue secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano (Hosting and Urban Development).

La lista sigue.

Y la trama de la negación trumpiana, se espesa.

La revista estadounidense The New Republic, confirmó, contundentemente, el 8 de agosto, que Trump también miente respecto a este tema.

En la nota informativa que publicó ese día -titulada “Trump descubierto intimando con líder extremista a quien dice que no conoce” (“Trump Busted Cozying Up to Extremist Leader He claims to Not Know”-, no solamente proporcionó detalles concretos sobre el vínculo entre el presidente de a Fundación Heritage y el ex gobernante sino que incluyó una foto de ambos, sonriendo, en un vuelo -en abril de 2022- a bordo de un avión privado.

“Donald Trump insiste en que no sabe nada del Proyect 2025 ni de quién está detrás de eso, pero una foto revelada recientemente indica otra cosa”, precisó el medio de comunicación.

“‘Yo personalmente, he hablado, al presidente Trump, obre el Proyecto 2025’, Roberts dijo, ese mes, a The Washington Post, ‘porque mi papel en el proyecto ha sido el de asegurar que todos los (pre)candidatos quienes han respondido a nuestra oferta de sesión informativa sobre el Proyecto 2025, reciben una de mi parte”, señaló la revista.

Ese segmento de la nota informativa aparece, en The New Republic, seguido por la foto de los dos personajes, en el avión.

“Trump y Roberts hicieron ese vuelo, que la Fundación Heritage había contratado, desde la residencia de Trump en Palm Beach, (en el sudoriental estado de) Florida, hacia la conferencia anual de la Fundación Heritage, en la costa del estado”, informó, para precisar, además, que “Trump fue el orador principal de la conferencia”.

“‘Ellos (la fundación) van a hacer el trabajo básico y los planes detallados para lo que nuestro movimiento hará exactamente’, Trump dijo, en su discurso”, agregó la revista.

El medio de comunicación señaló, asimismo, que “el Proyecto 2025, refleja la esencia de la filosofía política de Trump, y fue diseñado para ser el manual de transición que expedite los primeros 180 días de una potencial presidencia de Trump”.

Si bien la intensa presencia protagónica de Harris en el escenario de la agitada campaña electoral estadounidense 2024 plantea una preocupación para el extremismo republicano, la moneda presidencial está en el aire, mientras el proyecto está sobre la mesa, a la espera de que “un presidente conservador” lo haga realidad.

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