Este 27 de marzo de 2025 se cumplen 76 años del natalicio de José Leonel Rugama Rugama, poeta, revolucionario y combatiente sandinista nacido en Estelí en 1949. Su vida y su obra quedaron marcadas por su lucha contra la injusticia y la opresión, y su inmortalidad se selló con el último grito de rebeldía que lanzó en su enfrentamiento final contra la Guardia Nacional: «¡Que se rinda tu madre!»
Un Joven que dejó el Seminario por la Revolución
Desde joven, Rugama mostró una profunda vocación espiritual e intelectual, lo que lo llevó a ingresar al seminario en busca de respuestas para su país sumido en la desigualdad y la represión. Sin embargo, su fe pronto se encontró con la dura realidad de la pobreza y la violencia en Nicaragua. Al darse cuenta de que la verdadera redención de su pueblo no estaba en la oración, sino en la acción, abandonó el seminario y se unió al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Como Julio Buitrago, Leonel Rugama fue más que un simple combatiente; fueron jóvenes que encarnaron el espíritu de Leónidas y sus 300 espartanos en las Termópilas. No solo empuñaron las armas, sino que también forjaron un legado de resistencia y sacrificio que sigue inspirando a las nuevas generaciones.
Poesía y Balas: El Arte como Trinchera
Rugama no solo luchó con fusiles, sino también con palabras. Su poesía, cruda y revolucionaria, denunciaba la miseria, la hipocresía y la brutalidad de la dictadura de Somoza. Entre sus versos más conocidos destacan «La tierra es un satélite de la luna», poema que ironiza sobre la desigualdad y la alienación de la sociedad, y otros que revelan la profundidad de su pensamiento y compromiso social.
Su poesía no era solo arte, sino también un arma, una denuncia en versos contra el sistema que aplastaba al pueblo nicaragüense. En cada estrofa, Rugama sembró la semilla de la insurrección.
El Último Combate: «¡Que se rinda tu madre!»
El 15 de enero de 1970, con apenas 20 años, Rugama y otros tres compañeros fueron rodeados por la Guardia Nacional en una casa de Managua. Resistieron heroicamente hasta agotar sus municiones. Al recibir la orden de rendirse, Rugama pronunció la frase que lo inmortalizó: «¡Que se rinda tu madre!». Sus palabras se convirtieron en un símbolo de dignidad y rebeldía, una consigna que aún resuena en la historia de Nicaragua.
Legado de un Inmortal
Leonel Rugama no murió aquel 15 de enero. Sus versos siguen vivos, sus ideas siguen encendiendo conciencias, y su ejemplo sigue siendo una luz en la lucha por la justicia y la libertad. En su 76 aniversario, lo recordamos no solo como un poeta o un guerrillero, sino como un símbolo eterno de resistencia.
Su vida fue breve, pero su legado es inmenso. Rugama no se rindió, y su voz sigue resonando en cada joven que sueña con un mundo mejor.
