Oscar Barrantes Rodríguez
Círculo Bolivariano Yamileth López
La ocupación arbitraria que los Estados Unidos ha mantenido por más de una centuria de territorio soberano de Cuba, en la provincia de Guantánamo, tiene que acabar de manera inmediata.
No podrán existir relaciones civilizadas, de buena vecindad o una normalización de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, mientras exista ese enclave militar neocolonial, como la base imperialista en Guantánamo, porque constituye un ultraje ignominioso a la dignidad del pueblo cubano y una estocada a la libertad de todos los pueblos de Latinoamérica y El Caribe.
Como base militar es un puñal clavado en el territorio libre de Cuba que amenaza, día y noche, la estabilidad de la sociedad cubana y la paz de un pueblo iluminado en la construcción de un proyecto social independiente, sobre bases de autodeterminación, la democracia popular y de relaciones socialistas de producción.
La Base militar de Guantánamo es un perpetuo peligro a la tranquilidad de un pueblo que ha emprendido la senda de la liberación con un paradigma propio, con la soberanía de la autogestión y el protagonismo de la unidad como eje de la participación de todas las clases sociales, sectores y capas de la sociedad sin que las distintas creencias, concepciones del mundo, pensamientos filosóficos, devociones religiosas e identidades culturales; interfieran en la participación del sujeto social desde sus perspectivas y verdades.
Precisamente la verdad como principio de la práctica cotidiana de la convivencia del pueblo, entre líderes y el pueblo, en asambleas y organismos colegiados, en los espacios y procerosos de decisión; es vital e intrínseco al proyecto social de la Revolución Cubana y, de la conciencia, la posición y la resistencia frente a la asechanza de la base naval yanqui en Guantánamo.
Como un resultado directo de las doctrinas hegemónicas del imperialismo la base se enclava en un lugar estratégico, en la puerta oriental del Mar Caribe y por donde pasan los mayores volúmenes del trasiego comercial y militar, hacia y desde los puertos de los Estados Unidos.
Punto equidistante a las tres Américas y de frente al istmo continental: paso natural de canales interoceánicos, actuales o futuros.
La oligarquía criolla cubana con pasiva mansedumbre entregó la soberanía cubana al abuso washingtoniano.
De la forma más cínica se negoció un fragmento del territorio soberano por unos dólares manchados con sangre. Un territorio en alquiler pagadero mensualmente, la soberanía vendida, el decoro rentado, la independencia cotizada por un cheque, la libertad despedazada por una banda de rastreros al servicio de intereses canallescos.
Un acto cobarde de la política imperialista comprando delincuentes y mafiosos que se mantenían en el poder a punta de violencia, tortura, cárcel, persecución y todas las formas más despiadadas de opresión contra el pueblo.
Como resultado de la intervención militar yanqui de 1998 para arrebatarle a Cuba la libertad, que había conquistado en los campos de batalla el pueblo Cubano y su brazo armado el Ejército de Mambí, se ocupa la bahía de Guantánamo y se establece la imposición de la Base Naval, mediante el acto despótico de la Enmienda Platt.
Algunos de los términos del servilismo burgués a los dictados del imperio se perciben en el siniestro descaro de los siguientes artículos:
“Artículo I. La República de Cuba arrienda por el presente a los Estados Unidos por el tiempo que las necesitare para el objeto de establecer en ellas estaciones carboneras o navales, las extensiones de tierra y agua situadas en la isla de Cuba que a continuación se describen: (…)
“Artículo III: Si bien los Estados Unidos reconocen por su parte la continuación de la soberanía definitiva de La República de Cuba sobre las extensiones de tierra y agua arriba descritas, la república de Cuba consiente, por su parte, en que, durante el período en que los Estados Unidos ocupen dichas áreas a tenor de las estipulaciones de este convenio, los Estados Unidos ejerzan jurisdicción y señoríos completos sobre dichas áreas (…)”
El Gobierno Revolucionario fustigó desde los primeros momentos la ocupación y el repugnante “arriendo” de territorio soberano de Cuba.
El enclave militar yanqui es un hecho inaceptable desde cualquier ángulo que se le mire. La condición de su existencia es ilegal e inmoral y mediante la fuerza de la invasión, la ocupación y una orden dictatorial como es la enmienda Platt.
El artículo 52 de la Convención de Viena de 1969, establece todos preceptos del derecho internacional que declara la impunidad de la base naval yanqui en Guantánamo. Revela su condición vejatoria, como hecho de violencia, hostilidad, terrorismo de Estado, quebranto de la autodeterminación y un ultraje a la integridad del pueblo cubano.
El autoritarismo oligárquico cobro la renta de la vergüenza por muchos años como una reproducción de la piñata de gánsteres, que tenían en Cuba un “paraíso” del hampa política, de la corrupción, de la miseria, la explotación y la represión más brutal contra un pueblo rebelde.
La “perla del Caribe” como han dicho las sabandijas, disolutos corrompidos que prostituían niñas y pervertían niños en las calles donde pululaban con hambre, harapientos e ignorantes. Los políticos de pacotilla vasallos de las corporaciones y de las mafias internacionales dueñas de moteles, garitos y casinos. Los lame botas y perros falderos de la Embajada yanqui, de los agentes del FBI y de la CIA y de los funcionarios de la Casa Blanca.
Un tropel vendepatria, ladrones y asesinos nutriendo los crímenes con los dineros sucios del arriendo del territorio guantanamero vilmente ocupado. El tirano Fulgencio Batista y sus secuaces estuvieron entre los forajidos que rapiñaron aquella noble tierra, pisoteando la soberanía y la dignidad cubanas.
La base la han convertido, además, en un presidio donde se han recluido, torturado y ejecutado extrajudicialmente a prisioneros políticos de Afganistán, Irak y de otros países árabes, europeos y Asia Central.
La violación a los Derechos Humanos es una práctica corriente en la base yanqui en Guantánamo, y la ocupación despreciable del territorio de Cuba una expresión en sí misma, de pillaje.
El Presidente Barack Obama tiene facultades ejecutivas para decretar el cese de la base naval y terminar con la ocupación, infame e ilegal de territorio cubano en Guantánamo.
El bloqueo con sus consecuencias brutales sobre el pueblo cubano es uno de los arpones que hieren a Cuba revolucionaria. La guerra migratoria, el hostigamiento inclemente y que con insolencia se ejerce contra las delegaciones culturales, deportivas, científicas, comerciales, de cooperación, internacionalistas y de cooperantes en general que Cuba desplaza por el mundo; la agresión verbal; la mentira; la distorsión ideológica y la tergiversación de la realidad social cubana; la guerra no convencional persistente intentando desestabilizar el proyecto social que desarrolla Cuba, la conspiración y el terrorismo latente contra Cuba y; la ocupación deplorable de parte de su territorio por las garras envenenadas del imperialismo_ aún sea un milímetro cuadrado_ representan una contexto político, económico, militar y diplomático inadmisible.
La eliminación de esos garfios lacerantes de la soberanía y la integridad cubanas constituyen una condición irrefutable, para poder llegar a las aguas serenas de la normalización de relaciones diplomáticas entre Cuba y EE UU.
Unas relaciones que tienen que asegurar igualdad soberana, respeto, no injerencia y garantías al derecho a la autodeterminación de Cuba y la libertad de continuar su proyecto político socialista.
Obama no sólo debe hablar tiene que demostrar voluntad tomando decisiones. Cierto, el Bloqueo es obsoleto, no les funcionó porque no doblegaron al heroico pueblo cubano.
El cerco a la Revolución terminó aislando al imperialismo por la convicción y la resistencia de Cuba multiplicada con las armas de la verdad, la lucidez, la utopía, la justicia social, una propuesta social de armonía, derechos, vida y superación; por la fuerza del amor internacional personificada en la solidaridad y el internacionalismo, pero, ahí está el estado de sitio y lo mantienen como una espada de Damocles, hostil y emboscando al pueblo cubano minuto a minuto.
Durante más de diez administraciones Washington se fue auto bloqueando, expresión absoluta y meridiana de una política de guerra y fascista. Su política decadente y en bancarrota los aislaron y, bien aislados, pero perpetúan la guerra y el asedio sobre la Revolución.
Cuba sostiene sus principios y diáfanamente despliega sus alas brillantes abriendo paso y triunfando, venció al bloqueo más cruel y extendido de la historia, quiere relaciones con Estados Unidos y la libertad de establecer vínculos comerciales; oportunidades normales de cooperación; relaciones científicas, culturales, deportivas, autónomas; sin presiones y en ejercicio pleno de su soberanía.
Instituir relaciones definidas en un marco de normalización de relaciones como un derecho natural entre Estados civilizados, de tal forma, que los pueblos de Cuba y Estados Unidos obtengan el arbitrio de desplegar relaciones de amistad y fraternidad en plenitud.
Para que también el pueblo norteamericano pueda conocer y nutrirse de las luces del proyecto social de la Revolución y se fortalezcan los vínculos de amistad y convivencia, no obstante, sabe perfectamente el Estado cubano y su pueblo, que no se pude confiar en el imperialismo “ni un tantito” como lo advertía felizmente el CHE.
En realidad un sector de la aristocracia imperialista con Obama, los Clinton y John Kerry a la cabeza sabe que tienen que cambiar la táctica para intentar un “cambio de régimen en Cuba”, según su estrategia contrarrevolucionaria.
Cuba entiende en lo que está; una nueva etapa de la lucha y consolidación del proyecto socialista. El escenario hacia el socialismo próspero y sostenible representa un panorama con características complejas.
La administración Obama se mueve en la cuerda floja dando bastonazos de ciego. Reconocer la derrota de la estrategia del bloqueo es un trago grueso y amargo, le granjea la oposición iracunda de los sectores más conservadores y retrógrados de la sociedad yanqui.
Pero, a la vez, es un viraje táctico que le sirve para ordenar un tanto la casa con vistas a las próximas elecciones. Recompone a grupos económicos desesperados por la angustiante crisis económica y que necesitan mercados nuevos, y ajusta la estrategia hacia América Latina y El Caribe sobre las bases del “Smart Power” y la guerra no convencional.
Se insinúa un reacomodo de la doctrina de dominación imperialista hacia Latinoamérica y El Caribe. Es una metamorfosis de las viejas doctrinas de dominio yanqui en los nuevos entornos geopolíticos de crisis manifiesta del imperialismo global, más complejos y peligrosos, por lo que la estrategia contrarrevolucionaria e intervencionista es más sutil, más ponzoñosa y agresiva.
Las armas que esgrimen Obama, Hilary Clinton y sus partidarios no son “el garrote” y “la zanahoria”. Hoy por hoy es la desestabilización mediante la guerra cibernética, virtual y electrónica, el consumismo y la comodidad individualista, intentando copar, distraer y “empoderar” la “sociedad civil” para con futilidades destrozar la conciencia social, la rebeldía, el espíritu colectivo como sustancia de la conciencia política reinante en el imaginario popular.
No obstante, el carácter fascista del gobierno imperialista no le hace olvidar “el garrote”, “la zanahoria” y la guerra fratricida, entre su arsenal depredador y sus ruines objetivos.
La política de la Casa Blanca muestra, una vez más, su doble rasero. Obama se aferra con obcecación a una lúcida hipocresía. Se percibe en el ablandamiento de la postura diplomática y al renunciar un poco a la soberbia imperial, aceptando negociar con Cuba el restablecimiento de relaciones económicas y ceder a algunas exigencias tácitas de la comunidad internacional, y del Gobierno revolucionario y del pueblo cubano, es parte de un afinamiento de estrategia de Washington en sus intensiones por tumbar la Revolución Cubana.
El doblez de Obama y del Departamento de Estado se sugiere al confirmarse el bloqueo y por momentos endurecerse. Así mismo, no se demuestra voluntad política para ejecutar las prerrogativas que como presidente posee, y eliminar la mayor parte de las medidas extraterritoriales, unilaterales e ilegales del bloqueo y la guerra contra Cuba.
La Casa Blanca accedió a borrar a Cuba de la lista de los países patrocinadores del terrorismo. La sola existencia de esa nauseabunda lista es una afrenta a los pueblos del mundo y un acto que delinque el derecho internacional.
Sin embargo, Estados Unidos de manera impune e inaceptable, continúa sancionando a bancos fuera de sus fronteras por realizar transferencias con el sistema bancario cubano. Una práctica belicosa hacia Cuba con la cual afectan a terceros Estados y que se extiende prácticamente a un 99% de los países de la ONU, con repercusiones directas contra la sociedad cubana.
Se ha informado de las multas a bancos franceses del BNP Paribas y el Banco Crédit Agricole de París. Han aceptado pagar para evitar más problemas con la justicia de Estados Unidos; $ 8.9 millardos y $787 millones, respectivamente.
Docenas de bancos europeos y norteamericanos realizan gestiones financieras fraudulentas con corporaciones y Estados vinculadas a guerras, ejércitos privados, conspiraciones terroristas, al lavado de dinero y en conexión con redes del delito internacional y todo tipo de mafias. Ninguno es tocado o sancionado por los Gobiernos de la Unión Europea, ni por el sistema de justicia o el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, donde operan.
Pero, Estados Unidos persiste reaccionando con violencia contra la soberanía de los países, el verdaderamente libre comercio y la legalidad internacional.
Cuba mocionará por vigésimo tercera ocasión desde 1992 para aprobar en la Asamblea General de Las Naciones Unidas, una rotunda condena y el término del cobarde bloqueo financiero, comercial y económico y, la guerra abierta contra el pueblo cubano.
La unanimidad de las naciones será la respuesta en la votación sancionando el acto criminal de Estados Unidos contra Cuba.
Casi con seguridad el Departamento de Estado seguirá el tortuoso sendero del disimulo y probablemente, se abstendrá, continuando la malicia con que la Casa Blanca está operando los hilos de la geopolítica en la actual coyuntura.
Sea cual fuere el voto de Estados Unidos en la ONU con respecto al proyecto de resolución de la diplomacia cubana, la cuestión de fondo es que la Casa Blanca no modifica el asedio criminal, ni suprime las medidas inhumanas del bloqueo.
Igualmente el mutismo con respecto a la base naval en Guantánamo, la terquedad de sostener impunemente la bota militar pisoteando el territorio libre de Cuba y la iniquidad de un campo de concentración y tortura; constituyen una ofensa a la vida, un acto de lesa humanidad y una transgresión a las normas del derecho internacional.
Las incongruencias entre el discurso y las acciones de Barack Obama son la prueba de la coherencia entre las mutaciones de la táctica y la inalterable estrategia hegemónica de los Estados Unidos, refrendada en el ajuste de la guerra imperialista contra cuba.