Nacido en Jinotepe, Carazo, Nicaragua, Eddy Monge es mucho más que un cantante y compositor. Es un “ser musical”, como él mismo se define, que vive y respira arte desde la autenticidad, con una profunda conciencia de identidad, mestizaje y transformación personal. Su trayectoria, marcada por valentía, sensibilidad y evolución constante, lo ha posicionado como una de las voces emergentes más interesantes de la canción centroamericana contemporánea.
Aunque sus primeros pasos académicos fueron en la ingeniería, pronto entendió que su verdadera vocación no era construir estructuras físicas, sino emocionales. Guiado por su talento y el apoyo de su familia, decidió migrar a Costa Rica en el año 2014. Fue aquí donde encontró el entorno propicio para profesion
Monge no es un artista que se encasille en géneros o fórmulas. Su amor por el rock, la música clásica, el jazz, el folclore y otras manifestaciones musicales se integran en una propuesta original, mestiza y con fuerte carga simbólica. “Amo cualquier manifestación musical que yo sienta genuina”, ha expresado, dejando en claro que su arte nace de la intuición y la verdad.
Es fundador de la banda Flor de Doppler, un trío multicultural e innovador integrado también por la percusionista costarricense Fiorella Hidalgo y el contrabajista Javier Alvarado. Juntos, exploran sonoridades híbridas que van desde la raíz latinoamericana hasta el rock progresivo, con letras cargadas de poesía, memoria e identidad.
Además, ha trabajado con otros músicos talentosos como el percusionista Andrés Chaves, el bajista Luis Diego Zúñiga, el guitarrista Pablo Sequeira y el tecladista Gabriel Venegas, enriqueciendo con ellos diferentes presentaciones y proyectos artísticos.
Lo que hace único a Eddy Monge no es solo su técnica musical o su capacidad de arreglar canciones, sino su visión ética y existencial del arte. “Intento vivir una vida en la que me deconstruyo todos los días para ser lo que yo considero un mejor artista”, asegura. Esta filosofía lo lleva a crear desde la humildad, la exploración constante y el deseo profundo de compartir.
En sus redes y en sus declaraciones públicas, se muestra como alguien comprometido con su evolución, no solo como músico, sino como ser humano. Para el 2025 se ha propuesto integrar todas sus dimensiones —artísticas, personales, espirituales— en cada proyecto. “Quiero juntar todo esto que soy en cada proyecto en el que me involucre”, ha dicho. Es una meta ambiciosa, pero muy coherente con el camino que ha trazado hasta ahora.
Desde Costa Rica, y con el corazón repartido entre dos tierras, Eddy Monge continúa construyendo un universo musical que reconoce la riqueza mestiza de Centroamérica, mezclando sonidos, historias y emociones. Su canto no es solo arte; es resistencia, es búsqueda, es encuentro.
