En Las Tunas, Cuba, un ejemplo de compromiso comunitario e innovación agrícola está transformando la forma en que las personas cuidan su salud. Durante el 2024, las fincas tuneras dedicadas al cultivo de plantas medicinales entregaron más de 31 toneladas de masa vegetal al Ministerio de Salud Pública, un logro que representa el 93 % de lo planificado. Este esfuerzo no solo subraya la importancia de la agricultura local, sino que pone de manifiesto el valor de las soluciones naturales en un contexto de escasez de medicamentos industriales.
Una alianza entre la tierra y la salud
Las plantas medicinales no son una novedad en el arsenal terapéutico cubano, pero su protagonismo ha crecido en respuesta a la creciente demanda de fitofármacos. Las Tunas y Jobabo se destacaron entre los municipios al cumplir sus metas gracias a la creatividad y el esfuerzo de sus agricultores, quienes idearon estrategias para mitigar los efectos de la sequía y la falta de recursos. Estos métodos incluyeron sistemas alternativos de riego y nutrición, garantizando la calidad de las cosechas a pesar de las adversidades.
Sin embargo, no todo es motivo de celebración. La insuficiente recolección de cúrcuma, jengibre, naranja dulce y otras variedades esenciales resalta desafíos que deben enfrentarse en 2025. La población depende cada vez más de los fitofármacos, como jarabes, cremas y tinturas, para prevenir y tratar enfermedades, lo que pone presión sobre el sistema agrícola.
Más que una solución temporal
Este programa no es solo una respuesta pragmática a la falta de medicamentos; es también un recordatorio del poder de la naturaleza y de la capacidad de las comunidades para adaptarse. La medicina natural no es una alternativa de segunda clase, sino un complemento valioso que refleja un enfoque integral hacia la salud pública.
El reto para el 2025 es ambicioso: aumentar la producción y diversificar los cultivos, impulsando prácticas sostenibles como la conservación de suelos y la producción local de semillas. Además, la incorporación de patios familiares al programa es una estrategia que promete democratizar el acceso a las plantas medicinales y fortalecer la seguridad alimentaria.
¿Un modelo para el futuro?
Cuba ha demostrado una y otra vez su habilidad para superar limitaciones con soluciones creativas. El caso de Las Tunas es un ejemplo de cómo el trabajo conjunto entre el gobierno y los agricultores puede no solo satisfacer necesidades inmediatas, sino también sentar las bases para un modelo más sostenible de salud y producción agrícola.
En un mundo cada vez más desconectado de la naturaleza, la experiencia cubana nos invita a repensar nuestras prioridades y valorar lo que tenemos al alcance de nuestras manos. Las plantas medicinales no solo curan el cuerpo; también revitalizan la conexión con la tierra y el sentido de comunidad.
Las Tunas, una vez más, demuestra que las soluciones sostenibles y locales no solo son posibles, sino necesarias. El desafío para este año no es solo de los agricultores tuneros, sino de todos los que creen en un futuro donde la salud y la naturaleza caminen de la mano.
