Francia va a segunda vuelta parlamentaria, hay expectativa ante la barrera contra la ultraderecha

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La elección parlamentaria francesa en primera vuelta, definió tres competidores centrales con miras a la segunda -que está programada para una semana después-: extrema derecha, centroizquierda, centroderecha -en orden de caudal de sufragios-.

La votación del 30 de junio fue la antesala de la decisiva, a cumplirse el 7 de julio, y resultó según lo previsible: el triunfo -por el momento- de Rassemblement National (Agrupación Nacional, RN) -guarida de los ultraconservadores franceses-.

La segunda posición fue obtenida por el centroizquierdista Nouveau Front Populaire (Nuevo Frente Popular, NFP), y la tercera quedó para la gobernante y centroderechista coalición Ensemble pour la République (Juntos por la República, RE).

De acuerdo con los resultados preliminares de la jornada cívica inicial, la RN reunió algo más de 33 por ciento, mientras el NFP se hizo de poco más de 28 por ciento, y los RE acumularon aproximadamente 10 por ciento.

Con esos números, la agrupación extremista parece encaminada a constituirse en mayoría en la Assamblée Nationale (Asamblea Nacional), cuyos 577 escaños -uno por cada circunscripción electoral- están en juego en el presente proceso político -289 de los cuales determinan mayoría absoluta-.

Los datos iniciales colocan, potencialmente -y dependiendo de los números definitivos, que surgirán de la segunda vuelta-, a la RN como la principal fuerza en la asamblea, con la perspectiva de obtener de 230 a 280 de las 577 bancas, seguida por el NFP, cuyos asientos estarían en el rango de 125 a 165, y los RE, que reunirían de 70 a 100 lugares, repartiéndose los demás entre una variedad de fuerzas políticas menores.

El bicameral Parlement Français (Parlamento Francés) está constituido, asimismo, por el Sénat (Senado).

De acuerdo con el libreto electoral de Francia, los candidatos quienes ganaron en la primera vuelta -con más de la mitad de los sufragios emitidos-, tienen aseguradas sus respectivas bancas, mientras que quienes hayan reunido el mínimo de 12.5 por ciento, pasan a la segunda vuelta -y gana quien reciba la mayor cantidad de sufragios, sin perjuicio de porcentajes-.

En virtud de los resultados de primera vuelta, los protagonistas principales en los combates en cada distrito, serán los respectivos candidatos del trío más votado: RN, NFP, RE.

La elección -que debía llevarse a cabo en 2027- fue adelantada, por el centroderechista presidente (2017-2022, 2022-2027) Emmanuel Macron, a raíz del triunfo que los partidos derechistas de Francia -lo mismo que de otros países de la Unión Europea (EU)- lograron en la votación para elegir a 270 integrantes de la estructura parlamentaria de la entidad regional.

La jornada electoral de la UE -llevada a cabo del 6 al 9 de junio-, que se enmarcó en la tendencia global de auge conservador, resultó en la victoria de la derecha y de la ultraderecha, que consolidaron un sólido bloque consistente en alrededor de la mitad de los escaños.

Esto significó victorias nacionales para los respectivos reaccionarismos locales, fenómeno del cual el entorno político francés no estuvo exento.

Políticamente afectado por el auge derechista -traducido, en Francia, en el ascenso de la RN-, Macron anunció, sorpresivamente, la inmediata disolución de la asamblea, y el correspondiente adelanto de la elección parlamentaria, en lo que diversos analistas locales interpretaron como un intento, del centroderechista, por frenar el intenso avance del sector ultraconservador en el país.

Considerado como un gobernante con rasgos autoritarios, no muy proclive a atender el sentir popular, Macron ha enfrentado masivas protestas populares contra medidas de naturaleza socioeconómica, como las que conmovieron al país, en 2018-2020.

Se trató de manifestaciones tales como las del Mouvement des Gillets Jaunes (Movimiento de los Chalecos Amarillos) (2018), así denominado por la prenda con la cual se identificaron sus participantes.

Esta protesta se opuso, entre otras cuestionadas medidas, a un aumento del precio de los combustibles, y a lo que el movimiento describió como injusticia fiscal, lo mismo que a la denunciada pérdida del poder adquisitivo de los sectores poblacionales en situación socioeconómica tanto media como baja.

El movimiento registró eco en varios países de la UE, según las variantes locales, en cada caso.

Por otra parte, el gobierno de Macron fue blanco de masiva protesta, en 2019 y 2020, contra una serie de reformas al sistema de seguridad social, puntualmente referidas a los regímenes de pensiones.

Y las estrictas medidas de aislamiento impuestas, en 2020 y 2021, por la administración macronista, a causa de la mundial epidemia de Covid-19, generaron, igualmente, manifestaciones de oposición en diversos sectores de París y su periferia -con saldo de un fallecido durante los incidentes-.

Macron, autoproyectado como un centrista quien, por serlo, está en condiciones de dialogar con la derecha y con la izquierda, se vio, ahora, amenazado por la ola conservadora que avanza sobre numerosos países en diferentes regiones del planeta -notoriamente, Europa-.

De acuerdo con analistas políticos locales, el presidente probablemente se apoyó sobre esa posición, al disolver la asamblea y adelantar la elección, para tratar de frenar el avance, principalmente, de la extrema derecha reunida en la RN.

Se trata del partido heredero del Front National (Frente Nacional, FN), fundado, en 1972, por el ultraconservador dirigente político Jean-Marie Le Pen, un radical xenofóbico quien se opone, irracionalmente, a la inmigración originada en países en desarrollo.

También un tenaz antisemita, Le Pen fue condenado, reiteradamente, a cumplir penas de meses de prisión bajo fianza, y pago de multas monetarias, por expresiones xenofóbicas y racistas.

Fue igualmente sancionado, ocho años después, por haber asegurado que las cámaras de gas en las cuales el régimen alemán nazi (1933-1945) asesinó a miles de prisioneros de guerra judíos, no fueron más que “un detalle de la historia”.

Lo mismo, por haber aseverado, en 2005, que la brutal ocupación militar nazi de Francia (1940-1944) “no fue particularmente inhumana”, y por haberse expresado insultantemente respecto a los migrantes quienes, por miles, llegan al país europeo, huyendo de conflictos armados, de persecución política, de pobreza extrema, de falta de oportunidades -y, mujeres y niñas, sobreviviendo a violencia de género-.

Desde que lo fundó, en 1972, Le Pen presidió el FN -partido por el que fue diputado (1986-1988), y candidato presidencial (1974, 1988, 1995)-, hasta 2011, cuando su hija Marine Le Pen lo reemplazó.

La heredera introdujo modificaciones considerables en el partido, desde rebautizarlo -con su denominación actual: Rassemblement National (RN)- hasta introducir cambios ideológicos tales como el abandono del antisemitismo -por ejemplo, al punto que, en el contexto de la brutal guerra en la Franja de Gaza, la dirigente apoya al régimen israelí-.

Lo que la ultraderechista obviamente mantiene, como una de las tóxicas características de la RN, la nefasta combinación xenofobia/racismo.

Ello se evidencia en que, de acuerdo con su discurso, una vez en el poder, además de desmantelar herencias socioeconómicas del macronismo, proyecta aplicar una política antinmigración.

Eso incluye medidas tan crueles como la eliminación de ayuda social a ese particularmente vulnerable sector poblacional, previendo impedir el acceso al sistema de salud.

Lo anterior, sin considerar que una proporción considerable de los migrantes llegan desde países que fueron brutalmente colonizados por Francia, tales como Malí, Mauritania, Senegal, que integraban la región entonces denominada Afrique Occidenatle Française (África Occidental Francesa)-.

El previsible triunfo de RE en la primera vuelta electoral parlamentaria era lo previsible, como lo es para la segunda.

La tradicional dicotomía derecha-izquierda, en Francia, ha dado lugar al triángulo ideológico cuyos lados -ideológicamente marcados- son la RN, el NFP, y los RE.

En el marco de esa correlación de fuerzas, y ante el inminente riesgo de que la ultraderecha consolide su liderazgo, frente a los resultados preliminares, los dos centros se constituyeron en bloque coyuntural, con el propósito de levantar una barrera que frente ese avance extremista -de momento, incontenible-.

De modo que el NFP y los RE coincidieron en llamar, al electorado francés, a unirse para detener la marcha de la RN, que pasó de ocupar 88 escaños, en la asamblea disuelta por Macron, a estar en potenciales condiciones de triplicar esa fuerza parlamentaria.

En tal contexto, dirigentes de los dos centros declararon, al conocerse los números iniciales, que, en los casos de circunscripciones donde los candidatos ultraderechistas hayan liderado en la primera vuelta, y los centroizquierdistas o centroderechistas hayan quedado en tercer lugar, estas candidaturas serán retiradas, para aportar votos a las de segundo puesto.

La moneda electoral -en este caso, de tres caras-, está en el aire, y la posibilidad de que muestre el lado equivocado, es peligrosamente fuerte.

 

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