
El reciente pronunciamiento del expresidente Óscar Arias, ofreciendo disculpas a la comunidad lésbica de Costa Rica, marca un momento significativo en la evolución de los derechos humanos en nuestro país.
A través de una publicación en Facebook, Arias expresó su arrepentimiento por no haber permitido la realización de un congreso lésbico en la Asamblea Legislativa en 1990, cuando ejercía su primer mandato presidencial.
Este acto de contrición, que proviene de los “estratos más profundos de su alma”, según sus propias palabras, subraya una transformación personal, social en la comprensión y aceptación de la diversidad sexual. Arias admite haber cometido un grave error, reconoce que las nociones sobre derechos humanos y la naturaleza humana han cambiado drásticamente en las últimas décadas. Este cambio no solo refleja su evolución personal, sino también el progreso colectivo hacia una sociedad más inclusiva y comprensiva.
La disculpa llega en un contexto donde el presidente actual, Rodrigo Chaves, ha criticado a Arias y otros liberacionistas por su postura de hace más de 30 años. En un clima político donde la hipocresía, la intransigencia son frecuentemente señaladas, la declaración de Arias se distingue por su honestidad y humildad.
El Óscar Arias de 2024 se presenta como una persona distinta a la de 1990, un testimonio de cómo el tiempo, la experiencia pueden cambiar nuestras perspectivas y acciones. Esta evolución es un recordatorio de que, aunque nuestros errores del pasado no pueden deshacerse, podemos aprender de ellos y avanzar hacia un futuro más inclusivo.
La comunidad LGBTQ+ ha luchado durante décadas por el reconocimiento y el respeto de sus derechos. Las disculpas de figuras prominentes, como Arias, no solo validan esas luchas, sino que también contribuyen a la sanación y la reconciliación. Este acto debe verse como un paso adelante, no solo para Arias, sino para todos aquellos que buscan redención y progreso en temas de derechos humanos.
En el Periódico Informativo JBS, aplaudimos este gesto, esperamos que inspire a otros líderes, ciudadanos a reflexionar sobre sus propios prejuicios y acciones. El camino hacia una sociedad verdaderamente equitativa, justa es largo y está lleno de desafíos, pero momentos como este nos recuerdan que el cambio es posible y que la evolución es una parte esencial de nuestra humanidad.
La disculpa de Óscar Arias no es solo un acto de remordimiento personal, sino un reflejo de una sociedad en crecimiento. Es una invitación a todos nosotros a mirar hacia atrás, reconocer nuestros errores y comprometernos a ser mejores en el futuro. La verdadera medida de nuestra evolución no está en nunca haber errado, sino en nuestra capacidad de aprender, cambiar y pedir perdón cuando sea necesario.
En definitiva, el reconocimiento de Arias es un recordatorio poderoso de que la lucha por los derechos humanos es continua, requiere la participación y el compromiso de todos. Celebramos este acto de arrepentimiento, esperamos que marque el comienzo de una era de mayor comprensión y aceptación en Costa Rica y más allá.
